La Conferencia Episcopal y el hambre de los más pobres
Los monseñores Oscar Vicente Ojea (77, presidente),
Marcelo Colombo (62, vicepresidente 1º), Carlos Azpiroz
Costa (67. vicepresidente 2º) y Alberto G. Bochatey
(68, secretario general) de la Conferencia Episcopal Argentina dieron a conocer
un comunicado en torno al duro escenario que atraviesan los sectores de la
sociedad con menos recursos económicos.
"El libro sapiencial de
Tobías, que encontramos en el Antiguo Testamento, nos enseña "No apartes tu
rostro del pobre" (Tb 4,7). Entre las necesidades primarias, está el alimento.
Por eso Jesús, se identifica con los últimos en la fila de la vida, que padecen
hambre, y dice "Tuve hambre y me diste de comer." (Mt. 25, 35)",
expresa el documento.
"...en nuestra patria nadie debería pasar
hambre, ya que es una tierra bendita de pan. Sin embargo, hoy, a cientos de
miles de familias se les hace cada vez más difícil alimentarse bien. La
inflación desde hace años crece día a día y pega fuertemente en el precio de los
alimentos", destacan los obispos.
En el comunicado, se pone de
relieve, además de los asalariados y los jubilados, a los que se encuentran en
lo que se define como la economía informal. "Pensemos en los vendedores
ambulantes, los recicladores, los feriantes, los pequeños agricultores, los
ladrilleros, los costureros, los que realizan distintas tareas de cuidado y de
servicio."
"Ante este escenario de trabajo sacrificado y
de bajos ingresos, las familias se privan de muchas cosas. Por ejemplo, una mamá
puede privarse de tomar un colectivo y camina para ahorrar, pero de ninguna
manera puede no darle de comer a sus hijos. Es decir, la comida no puede ser una
variable de ajuste."
"Ante una crisis no son suficientes
los paradigmas tecnocráticos, sean estadocéntricos, sean mercadocéntricos, es
necesaria la comunidad", dijeron los prelados citando la carta del Papa
Francisco a los movimientos populares, de Abril de
2020.
"El tiempo de la pandemia nos enseñó el valor de la
respuesta comunitaria organizada: unidos para curar, cuidar y compartir fue la
consigna de ese tiempo. Se multiplicaron así, los comedores en nuestras
parroquias, en las iglesias evangélicas, entre los movimientos populares,
especialmente en casa de vecinos que prestaron un lugar. Si queremos trabajar
por la paz social, tenemos que reconocer en primer lugar el valor del otro en
cuanto otro, y su aporte al bien común", sentencian.
El
comunicado, distribuido este 5 de Febrero, insta al Estado
(nacional, provincial y municipal) a utilizar esta reserva social de
participación "para que nadie se quede sin el pan de cada día. Todos los
espacios de cuidado que dan de comer deben recibir ayuda sin dilación. Ningún
sector de los que hoy están actuando podría hacerlo solo. La complejidad de la
crisis así lo está indicando."
Señalando la importancia de un
adecuado contralor de los recursos públicos, la carta reclama la necesidad de no
descuidar a nadie.