Con la imposición de las cenizas, el miércoles 23 de Febrero comenzó la Cuaresma, una estación espiritual particularmente relevante para los católicos que quieren prepararse dignamente para la vivir el Misterio Pascual, es decir, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús.
A los fieles se les impone ceniza con las palabras "Convertíos y creed en el Evangelio" y con la expresión "Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás" se invita a reflexionar acerca del deber de la conversión, recordando la inexorable caducidad y efímera fragilidad de la vida humana, sujeta a la muerte.
La sugestiva ceremonia de la ceniza eleva las mentes a la realidad eterna que no pasa jamás, a Dios; principio y fin, alfa y omega de la existencia. La conversión es volver a Dios, valorando las realidades terrenales bajo la luz indefectible de la Verdad. Una valoración que implica una conciencia cada vez más diáfana del hecho de que los seres humanos están de paso en este itinerario sobre la tierra, y que impulsa y estimula a trabajar hasta el final.
Significado de la ceniza
La ceniza, del latín "cinis", es producto de la combustión de algo por el fuego. Muy fácilmente adquirió un sentido simbólico de muerte, caducidad, y en sentido trasladado, de humildad y penitencia. En Jonás 3,6 sirve, por ejemplo, para describir la conversión de los habitantes de Nínive. Muchas veces se une al "polvo" de la tierra: "en verdad soy polvo y ceniza", dice Abraham en Génesis 18,27.
La Cuaresma empieza con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual. Algo debe quemarse y destruirse en las personas para dar lugar a la novedad de la vida pascual de Cristo.
El ayuno
El ayuno de este día, además de significar no comer alimentos sólidos (si la salud lo permite), impulsa a rechazar los excesos y que alejan del equilibrio, la moderación y la generosidad que pide Dios. Ser más medidos en la comida, comer sano, liviano y menos, al mismo tiempo de dejar de lado la extrema valoración de las cosas del mundo para darle mucho más lugar a las cosas de Dios.
El ayuno también debe entenderse como una forma de privación de aquellas actitudes, hábitos y situaciones que pueden ser placenteras -incluso buenas- pero que alejan de Dios. Tal vez, sin total conciencia se va reemplazando el lugar de privilegio que debe darse cotidianamente al Creador y Él invita a reflexionar y actuar en consecuencia.
En la celebración litúrgica de este día, el cristiano recibe una cruz en la frente con las cenizas obtenidas al quemar las ramas de olivo del Domingo de Ramos del año anterior.