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Una oportunidad perdida. Otra más
   
Mientras hay muchos quejándose de que la misa del sábado 10 de Septiembre en la basílica de Nuestra Señora de Luján fue un desagradable despliegue de partidismo, totalmente alejado de las supuestas intenciones para las que el gobierno local convocó, hay varias consideraciones que no se pueden soslayar.

En primer lugar está la utilización de una celebración eucarística para fines políticos, de por sí algo equivocado, y además proviniendo de una alianza que gobierna abiertamente en contra de las enseñanzas de Cristo.

Las actuales autoridades nacionales se han burlado sistemáticamente de todo, empujando a la población a establecer miradas de recelo y odio para con cualquiera que no comparta su ideología. Y una vez que esa mirada está instalada a alimentarla y potenciarla.

De ahí que la idea de convocar a participar de una misa (algo que se sospecha que casi ninguno de los que colmaron la basílica hace con frecuencia semanal) es un acto de hipocresía, en tanto las motivaciones iban para el lado de la paz y la fraternidad.

La dinámica de la clase política gobernante no se orienta a la búsqueda de la paz verdadera y hay sobrados ejemplos de ello. Por lo pronto, no hay posibilidad de considerar que aspiran a la paz quienes promueven la muerte deliberada, brutal, despiadada de personas antes de nacer mediante el aborto, una promesa de campaña de Alberto Fernández que anunció en distintos ámbitos nacionales e internacionales y una de sus primeras acciones de gobierno.

La plana mayor del Estado nacional y provincial a escasos metros del presbiterio, todos quietos, en perfectas circunstancias para recibir una homilía que los lleve a pensar en la masacre de 150.000 niños muertos en 20 meses por las políticas que llevan a cabo, y no hubo una sola palabra al respecto. ¿Era posible que por una homilía bien preparada se cambiaran los egoístas corazones de esos militantes del aborto? Sólo Dios lo sabe y sólo Él podría lograr el milagro.

Pero haber señalado directamente a todos los presentes que en la provincia de Buenos Aires se mata a 48 niños indefensos, inocentes, débiles, en hospitales y centros de atención primaria hubiera sido lo esperable de un sacerdote cabal. Es un genocidio y fue una oportunidad perdida.

Es verdad que la palabra está devaluada y mucho más la de los políticos, tan afectos muchos de ellos a mutar, a enmudecer, a acomodarse para seguir en carrera, a desdibujarse o balbucear vaguedades.

Lo que llamó la atención también es que fuera un prelado el que, además de tener dificultades para leer un texto de corrido, el que argumentara equivocadamente sobre su materia específica.

Jorge Eduardo Scheinig (63), quien se formó en la diócesis de San Isidro y ejerce como arzobispo de Mercedes-Luján desde 2019, acumuló insólitos dichos para un hombre que tiene 38 años de sacerdote y 5 de obispo.

En principio, lo que tantos tomaron como título periodístico, estuvo aquello del pedido de perdón por haber “metido la pata”, por una misa que fue organizada por el intendente de Luján y que fue poco el tiempo para planificarla. Nadie sabe qué tenía de especial la organización de una misa en la basílica, más allá de que habría cuestiones de seguridad o de transmisión televisiva de las que personas especialistas se ocuparían.

Pero la torpeza más grave estuvo en señalar que "la fraternidad humana" es la condición para salvarnos, ubicando a la voluntad de las personas por encima de la paternidad divina. Aunque las imágenes en la basílica hubieran incluido a los ausentes políticos de la supuesta oposición, no habría existido ninguna unión, apenas un amontonamiento de individuos que no están dispuestos a poner a Dios entre ellos.

La fraternidad (concepto que incluso utilizó Scheinig al asumir como arzobispo) fue uno de los argumentos que invocó la Revolución Francesa, al tiempo que asesinaba y perseguía a quienes no adherían a sus postulados.

La verdadera fraternidad tiene como cimiento la paternidad divina, somos hermanos porque tenemos el mismo padre.

Dice San Pedro que corresponde unir la fe a la virtud, la virtud al conocimiento, el conocimiento la templanza, la templanza la perseverancia, la perseverancia a la piedad, la piedad al espíritu fraternal, y el espíritu fraternal al amor universal.

Esto significa que no habrá auténtica unión entre hermanos por sólo estar juntos, por darse ocasionalmente la mano, por aparecer en una foto, sino por un compromiso real, cotidiano, profundo que ponga la medida de Dios entre ellos. La salvación para los cristianos, sea dicho, no es algo que vaya a suceder por llevarse cordialmente con los vecinos, sino que será consecuencia directa del seguimiento fiel y permanente de Cristo.

El sólo voluntarismo, las fuerzas humanas, tienen muchas limitaciones. Que muchos que no conocen a Cristo, que no lo siguen, sobrevaloren los alcances de la voluntad, la actitud, el optimismo, es comprensible. Pero que un arzobispo católico se incline por promover la fraternidad humana como la panacea, e incluso la condición para la salvación es lamentable.

Organizar una misa “por la paz y la fraternidad”, con sacerdotes funcionales a los políticos, incapaces de cuestionar al pecado del que se vanaglorian, gobernar dividiendo y empobreciendo a la sociedad, no arrodillarse en el momento más importante de toda celebración eucarística, e incluso burlarse de Dios comulgando, son expresiones de la más despreciable provocación.

Tristemente lo de que se le permita comulgar a políticos que están en abierta oposición a la Iglesia y que gobiernan en contra de las enseñanzas de Jesús, no es novedoso. Aunque en esta misa parece no haberlo hecho, muchos recuerdan a Alberto Fernández y su concubina recibiendo la comunión en el Vaticano de manos de monseñor Marcelo Sánchez Sorondo.

Sin que ninguna palabra del arzobispo fuera dicha para evitar una nueva afrenta, se vio comulgar en la basílica a militantes de la tortura, muerte y desaparición de niños antes de nacer como Mayra Mendoza, José Ignacio de Mendiguren, Juan Zabaleta, Victoria Tolosa Paz, Santiago Cafiero, Tati Almeyda (Lidia Stella Mercedes Miy Uranga) y Andrés “Cuervo” Larroque, entre otros.

 
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