Monseñor Oscar Vicente Ojea, obispo de la diócesis de San Isidro, concelebró en la mañana de este Jueves Santo, 14 de Abril, junto a los obispos auxiliares Guillermo Caride y Raúl Pizarro, el obispo emérito Alcides Jorge Pedro Casaretto, y los presbíteros diocesanos la misa crismal.
En esta celebración eucarística se consagra el Santo Crisma y se bendicen los óleos para los enfermos y los que se van a bautizar.
El crisma (del latín "unción") es la materia sacramental con la que son ungidas las personas al ser bautizadas, son signados los que reciben la confirmación y son ordenados los obispos y sacerdotes, entre otras funciones.
El Santo Crisma representa al mismo Espíritu Santo y debe ser aceite de oliva perfumado.
En la homilía, monseñor Ojea señaló, entre otros conceptos:
"La Pascua es una invitación a hacer memoria de nuestro camino de sanación y liberación personal. Es volver a las raíces de nuestra vocación bautismal, renovando la frescura del agua que nos hizo cristianos y nos consagró a evangelizar, a consolar y a liberar con Jesús."
"Hoy muchas veces la memoria es sustituida por la reproducción virtual de cualquier suceso. Ese automatismo va disolviendo la profundidad en la que se destaca el brillo de los acontecimientos. Nos entregamos a la compulsiva pasión de hurgar un material incesantemente al alcance y quedamos absorbidos por una actualidad que no cesa de reclamarnos con su seducción. La memoria, en cambio, pasa delicadamente por la mente y el corazón los acontecimientos de la vida, los jerarquiza y los valora para lanzarnos desde allí hacia adelante.
"Haciendo memoria podemos recomponer la unidad de los fragmentos de nuestra vida que unidos, pueden formar un mosaico que tiene como eje hechos significativos para nuestro corazón. Que nos ayudan a dar sentido a nuestra vida y que alientan la esperanza. Los discípulos de Emaús recuerdan haciendo memoria como ardía su corazón cuando Jesús les hablaba en el camino. Al mismo tiempo Dios también va haciendo memoria de nosotros en la oración y el Misterio Pascual que celebraremos nos mueve a dejarnos recordar por la mirada del Señor."
"Ungir es un gesto de donación total, un gesto que quiere ser fecundo y vital, un gesto de Padre, por eso los que hemos sido ungidos de manera especial como sacerdotes, suplicamos hoy a nuestro Padre que nos enseñe a ungir a nuestros hermanos con corazón de Padres. Padre es quien se brinda enteramente a su familia, en todo y para siempre. Cuando abraza, abraza a todos, justos y pecadores. Cuando distribuye no se guarda nada, recordando las palabras del Padre Misericordioso: 'Hijo, todo lo mío es tuyo'. Y cuando espera, no se cansa, espera siempre, espera cada día, espera todo lo que haga falta y a todos sus hijos. Abre el camino a sus sueños, los habilita y los acompaña."