Cada 28 de Diciembre, la Iglesia Católica recuerda a los Santos Inocentes, los niños que murieron porque el rey Herodes buscó eliminar a Cristo, el esperado Mesías de la humanidad.
De acuerdo al relato de San Mateo, Herodes sabía de la llegada de quien sería rey de Israel porque unos sabios de Oriente se lo habían anunciado. Herodes pidió ser informado de dónde estaba para ir a adorarlo, aunque su intención era matarlo.
Para asegurarse de que muriera Cristo, Herodes mandó sacrificar a todos los menores de 2 años en Belén y sus alrededores. Así se produjo una masacre de niños indefensos e inocentes, arrancados de los brazos de sus madres que lucharon para defenderlos.
Este triste episodio no fue excepcional en la forma de proceder del monarca, ya que además de mandar a matar a opositores, también asesinó a su esposa y a varios de sus propios hijos.
Han pasado 16 siglos desde que se instituyó esta recordación y, lamentablemente, hace décadas que millones de niños inocentes son sacrificados por otros Herodes, tal vez más elegantes y de buenos modales, pero igualmente despiadados y ambiciosos.
Estos Herodes también son mentirosos, también ansían que nada ni nadie se les oponga ni los desplace y son capaces de las máximas bajezas, como promover leyes que revistan de legalidad el genocidio del aborto.
Este es un día para recordar a las pobres víctimas del injusto aborto legal en la Argentina (además de las que fallecieron desde 2012 con los ilegales protocolos), de pensar en los niños como Lucio -maltratados por una Justicia que no los protege-, y en todos los que no mueren, pero son atacados en su inocencia por la perversión de la ideología de género.
[Fuente: Marcha por la Vida Argentina]