La celebración de la Navidad, la tradición de recordar el nacimiento de Jesús del seno de su Santa Madre en un sitio inadecuado y amenazado de muerte, incluye símbolos, música y gestos que todos reconocen.
Pero, paradójicamente, para muchos los días previos a la Navidad son un tiempo para intenciones a las que se les ha arrancado el único sentido que tienen: poner al Dios verdadero en el centro de la vida.
La “buena onda” y los mensajes anodinos que señalan que la Navidad es “una tradición que va más allá de lo religioso” vienen ganando terreno desde hace décadas. Eso, con seguridad, es obra de sus enemigos.
Con la ayuda del obeso personaje importado de tierras lejanas que nada tiene que ver con la única y auténtica Navidad, ni remite a ella, es posible que a muchos si se les piden elementos propios de estas fechas, mencionen al ridículo Papá Noel.
Es verdad que este personaje de fantasía tiene un remoto origen en San Nicolás del siglo IV que algunos mencionan, incluso sacerdotes, pero no hay ninguna duda de que este usurpador vestido de rojo y blanco NO redirige la atención al Niño, a la icónica escena en Belén, a la salvación del mundo. Todo lo contrario, el regordete quiere ser el centro de atención, quiere que toda paz y armonía, toda sonrisa, toda expresión de buena voluntad termine en él.
Lógicamente, diseñadores aprendices o profesionales arman tarjetas (hoy más virtuales que en papel) que incluyen simbologías propias del canoso conductor de trineos voladores como renos, cristales de nieve y pinos, pero no se animan a centrar gráficamente el mensaje en la verdad del pesebre, el niño, su Santa Madre y su valioso padre adoptivo.
Podemos estar convencidos de que la Navidad verdadera es nuestra, pero la que se ocupan de promover los medios de comunicación, muchísimas empresas y políticos es la falsa, la que no anuncia el nacimiento del Salvador, en algunos casos tal vez por temor a incomodar a quien aún no cree en Él. Una estupidez o un acto de cobardía.
Dios no forma parte de lo cotidiano para los medios más consumidos, los que día a día nos dicen de qué 6 noticias tenemos que hablar, de qué nos tenemos que preocupar y con qué divertirnos.
Dios, el verdadero, es rechazado porque es incómodo y es lógico. Si los medios de comunicación, los políticos y los empresarios, además del resto de los mortales aceptaran a Dios y sus prioridades no harían lo que hacen: no podrían promover vulgaridades, burlarse de todo, gobernar para el mal, mentir sistemáticamente, engañar con sus dichos y sus gestos, por sólo mencionar algunas cosas.
Entonces, es razonable que la Navidad verdadera sea rechazada y se prefiera al usurpador Papá Noel para seguir engañando a los niños arrebatándole el protagonismo a Jesús, nacido hace algo más de 2.000 años y anunciado 700 años antes (Isaías 9,5).
Hoy al mundo le gusta hablar de “espiritualidad”, de una ensalada de recetas facilistas, egoístas, efectistas, mágicas, en las que el objetivo es “sentirse bien”, aunque la propuesta sea inestable y, con seguridad, no haga un mundo mejor. Más bien todo lo contario.
Recuperar la Navidad, la auténtica, la nuestra, la que revela el misterio, la que da sentido, la que estremece y proyecta, es misión primera de un buen cristiano. Y para eso es preciso conocer algunas cosas básicas, hablar claro con los hijos, no incluyendo en la familia lo que traiciona, engaña o confunde, aunque sólo parezca una decoración.
Al mismo tiempo de dejar de lado al gordinflón repleto de oscuro líquido gasificado, bueno será también recuperar a los Reyes Magos que sí remiten al Niño Dios, cruzando el desierto o venerándolo en su humildad, entregando oro, incienso y mirra.
Papá Noel no anuncia nada, sólo parece que fabrica juguetes y le pone etiquetas y envoltorios de marcas comerciales y viaja a repartirlos en Diciembre. Una fantasía cada día más difícil de sostener y que, sin embargo, algunos buscan mantener vigente.
Los niños necesitan ilusión y fantasía, pero no a costa de que le extirpen algo tan grande como el nacimiento de Jesús para poner en su lugar a un personaje que en breve descubrirán que era falso.
Se puede celebrar la Navidad y entregar obsequios, se pueden dar mensaje de paz y amor, se puede anhelar un mundo mejor, pero para eso no hace falta sostener usurpadores.
Consejo final: Si aún no preparaste tu saludo no incluyas simbologías que reemplacen la maravilla de la Navidad auténtica. Coraje, que se puede ser coherente y todo largo camino,… empieza con el primer paso.
La Navidad no es algo “lindo”, “bonito”, para que disfruten los chicos. La Navidad es algo valioso y es para todos.