La Santa Sede publicó el viernes 16 de Julio el Motu Proprio Traditionis Custodes del Papa Francisco (84) sobre el uso de la liturgia en la forma extraordinaria (anterior a la reforma de 1970), lo que supone la incomprensible derogación del Motu Proprio Summorum Pontificum de 2007 promovido por Su Santidad Benedicto XVI (94) que autorizaba las celebraciones sin pedir permiso alguno, y el rechazo a la misa que acompañó más de 450 años de historia de la Iglesia, desde SanPío V. Aunque algunos puedan desconocerlo, en los últimos años se ha venido registrando un número cada vez mayor de católicos, con no pocos jóvenes, que eligen la misa en la forma extraordinaria del rito romano.
El actual Papa cuando era el arzobispo de Buenos Aires (entre 1998 y 2013) sólo autorizó la celebración de la misa tridentina (llamada así por el Concilio de Trento) en una pequeña capilla y no permitió que se llevara a cabo en las parroquias, aún a pedido de los feligreses.
Luego de una encuesta de hace un año que algunos piensan que fue organizada para justificar lo que ya estaba decidido, Francisco desechó todas las normas, instrucciones, concesiones y costumbres anteriores a este Motu Proprio, e indicó conservar los libros litúrgicos promulgados por los Santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II "como única expresión de la lex orandi del Rito Romano".
Aunque la urgencia debería intentar frenar la tremenda pérdida de fieles practicantes, el parecer del pontífice sobre cierta relación entre la elección de las celebraciones en la forma extraordinariay "el rechazo de la Iglesia y sus instituciones" sería más importante. Es evidente que no existe la misma dureza para abordar las distintas situaciones en la Iglesia: Mientras una misa en latín y de frente a la cruz sería deplorable, las bendicionesdeuniones adúlteras u homosexuales, las danzas tribales y honras a creencias paganas en templos, la comunión a protestantes o separados (como AlbertoFernández y su concubina en el Vaticano), u otros abusos como la partición de hostias en la consagración, no despiertan ninguna acción concreta de control y condena.
"Lo que para las generaciones anteriores era sagrado, también para nosotros permanece sagrado y grande y no puede ser improvisada y totalmente prohibido", dijo el cardenal Robert Sarah (exprefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos) en redes sociales, citando a Benedicto XVI. "Nos hace bien a todos conservar las riquezas que han crecido en la fe y en la oración de la Iglesia y de darles el justo puesto", agregó.
"La paganización de la liturgia católica por medio de la mitologización de la naturaleza, la idolatría del medio ambiente y del clima, así como de los espectáculos de la pachamama, resultaron muy contraproducentes para la restauración y renovación de una liturgia digna y ortodoxa que refleje la plenitud de la fe católica”, expresó el Cardenal Gerhard Müller, prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, mencionando la desproporción entre las medidas contra los adherentes al rito extraordinario y las que deberían tomarse con la cismática Alemania.
En este Motu Proprio -que es una disposición surgida de la propia iniciativa y autoridad del Papa y es modificable- se establece que el obispo diocesano tendrá la "exclusiva competencia" de autorizar el uso del Misal Romano de 1962 en la diócesis que administra siguiendo las directrices de la Santa Sede.
Bergoglio determinó que se deberá indicar uno o más lugares donde los fieles interesados en la forma extraordinaria "puedan reunirse para la celebración eucarística (pero no en las iglesias parroquiales y sin erigir nuevas parroquias personales)."
Se deberán establecer "los días en que se permiten las celebraciones eucarísticas con el Misal Romano promulgado por San Juan XXIII en 1962" y las lecturas deberán proclamarse en el lenguaje del país.
Complementariamente el obispo nombrará a un sacerdote que se encargue de las celebraciones y de la pastoral de esos grupos de fieles.
Francisco no dejará libertad a los sacerdotes que sean ordenados desde ahora y que pretendan celebrar la misa según el rito extraordinario. "Deberán presentar una solicitud formal al obispo diocesano, que consultará a la Sede Apostólica" si se lo autoriza.
Mientras tanto, los sacerdotes que ya celebraban según el Misal de 1962 deberán pedir autorización al obispo para seguir haciendo uso de esta facultad.
Es fácil imaginar que si el pontífice dice haber consultado a los obispos para tomar estas decisiones (coherente con su rechazo) y son los obispos la autoridad competente para autorizar con la venia de la Santa Sede, será difícil que haya permiso para celebrar donde no se hacía.
Los mensajes que definen a los que viven la pobreza material como centro del Evangelio y no a los pobres de espíritu y alejados de Dios (verdaderos causantes de los grandes males del mundo) se vienen escuchando sostenidamente desde hace décadas y desdibujan a la Iglesia verdadera, la fundada por Cristo, confundiéndola con una ONG o un partido político.
Es verdad que la Iglesia (la institución y los fieles) asiste desde siempre a millones de personas dándoles cobijo, protección, educación y alimento. Y es también cierto que con hambre y necesidades profundas y urgentes es difícil comprender y aceptar el mensaje del Evangelio, pero sin dudas la tarea de la Iglesia no es llenar panzas vacías, sino ganar almas para el verdadero Dios –uno y trino-, un objetivo que algunos pastores eligen “negociar” para satisfacer sus propias prioridades ideológicas.
[Fuentes: Infovaticana - Religión en Libertad - Zenit - Aciprensa- El confidencial]
