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Un obispo desubicado que ofende a los fieles
   
Eduardo García, el obispo de la diócesis de San Justo, expresó que le hizo "mucho ruido" un video con la frase "Devuélvannos la misa" que pedía el retorno a los templos para, con todos los recaudos del caso, participar de la eucaristía de forma presencial.

La nota publicada por la agencia AICA señaló este domingo 26 de Abril que García dice haber leído con asombro que hay católicos que viven con angustia el no poder comulgar sacramentalmente y puso en tela de juicio el compromiso de esos mismos fieles para con personas necesitadas de ayuda material o de compañía. "¿Acaso experimentan la misma angustia al no poder salir a ayudar en una salita de primeros auxilios o a un anciano que está aislado?".

El prelado piensa que en este tiempo de pandemia la Iglesia y los cristianos deben testimoniar su entrega creando ambientes de "calma, servicio y esperanza" ayudando al que sufre, sugiriendo que la participación presencial del Santo Sacrificio de la Misa conspira con ello.

García ofende y con especial animosidad a los fieles que respetuosamente piden tener misa (con apropiado distanciamiento, con medidas de prevención y otros resguardos), al decir cínicamente que cree que el Señor está "presente en la Eucaristía, centro y culmen de la vida cristiana", pero se burla diciendo que los que piden comulgar quieren "un self service (autoservicio) de la gracia o un Redoxon de la vida espiritual".

El grado de provocación del obispo de San Justo es propio de un enemigo de la Iglesia, al punto que califica de "ombliguismos seudoreligiosos de autocomplacencia" el pacífico pedido de quienes piden ir a los templos.

Es difícil saber de dónde le nace al prelado García sentenciar que "adorar el cuerpo de Cristo y no comprometerse eficazmente con la vida del hermano no es cristiano", insinuando hipocresía en los fieles que desean volver a los templos.

"Quizás antes de asegurar los barbijos y el alcohol en gel para nuestras celebraciones en templos abiertos, ¿no tendríamos que asegurarlos para los comedores, las colas de los jubilados, los chicos o abuelos en situación de calle, el personal de salud y luego hacer nuestra acción de gracias?", acotó queriendo imponer que sólo es posible uno de los caminos.

La falta de ubicuidad de García lo lleva al extremo de mofarse de los fieles al pretender equiparar estos desparejos resguardos preventivos impuestos por el gobierno argentino (que no son ni tan exigentes ni tan controlados), con situaciones de brutal cautiverio vividas por los mártires en la historia de la Iglesia. En la Argentina se ve una importante cantidad de personas en las calles, yendo a almacenes, verdulerías, carnicerías, kioskos, ferreterías, supermercados y farmacias, en situaciones seguramente más riesgosas que acercándose a un templo y participando de una celebración eucarística.

Como si esto fuera poco, los sacerdotes no pueden visitar a todos los enfermos internados (depende el nosocomio) por distintos motivos en los hospitales. Esto implica que hay personas que no pueden recibir la unción de los enfermos, en ningún caso. Y si sucediera que un anciano tiene un diagnóstico de coronavirus y un mal pronóstico, morirá sin tener contacto ni con sus familiares, ni con un sacerdote. Una escena que estremece: el desgaste de los años, enfermo, privado de sus afectos más cercanos y sin una contención espiritual.  ¿También pensará el obispo García que el abuelo busca satisfacer un "ombliguismo pseudoreligioso"?

Imaginamos que en el futuro no estará el obispo García entre los hombres a recordar por la defensa de la fe en momentos de dificultad. Tal vez se lo mencione sí, como un prelado que se mostró contrario a la legalización del aborto, aunque no tanto porque la vida sea un don de Dios, sino humanitarismo. "Los planteos de la Iglesia no se hicieron nunca como planteos morales sino como un tema humanitario", declaró a la periodista Claudia Peiró en 2018.

Es interesante imaginar que diría de este rastrero pastor el patrono de los obispos, San Carlos Borromeo, quien, ante la terrible peste de 1576, reprochó a las autoridades por no buscar ayuda en Dios, visitó a los enfermos, llamó a los sacerdotes a salir a la ciudad para administrar los sacramentos, encabezó procesiones públicas y celebró misas al aire libre.

Nos gustaría saber qué le diría a García el Papa San Gregorio Magno quien en medio de una brutal peste en 590, exhortó a los romanos a volver sus ojos a Dios, encabezó una gran procesión entonando letanías y vio cómo el aire se purificó concluyó la epidemia y un coro de ángeles que inspiró el Regina Cœli, la antífona con la que se saluda Santa María Reina con motivo de la resurrección de Cristo en el tiempo pascual.

Como obispo, Eduardo García es miembro de las comisiones de Apostolado Laico y Pastoral Familiar y de la comisión de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Argentina.

Alberto Mora

 
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