Angelelli: Un paso religioso con raíces ideológicas y falsedades
Aunque la justicia concluyó, en 1990, cuando se reabrió la causa y luego de los procedimientos e investigaciones pertinentes de lo actuado en 1983, que Enrique Angelelli (obispo desde 1968), murió el 4 de Agosto de 1976 cuando viajaba por la ruta nacional Nº 38, en La Rioja, junto al padre Arturo Pinto, en un accidente automovilístico y que no había ningún elemento que permitiera sospechar una acción dolosa para ese desenlace, se busca insistir con la fantasía de que se trata de un "mártir" y va camino de la beatificación.
El tema ha llevado a no pocas voces de hombres de la justicia y fieles a declarar pública y privadamente que se trata de un error la beatificación del obispo basada en dichos sin prueba pericial sólida y que existen no pocos elementos que conspiran con la idea de que Angelelli sea un modelo de fidelidad a imitar.
La estrecha sintonía de Angelelli a las ideas políticas de la izquierda -infiltrada en la Iglesia a través de la seriamente cuestionada Teología de la Liberación y el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo- es la que lo unió a las agrupaciones subversivas de su tiempo buscando, incluso hacerle favores consiguiéndole armamento.
Angelelli se propuso abiertamente y con toda fuerza sacar del medio a todo sacerdote que no adhiriera a su ideología. Incluso se animó a anticipar que quien se opusiera sería llamado "traidor".
Aberraciones litúrgicas, comportamientos impropios de consagrados, ordenaciones por filiación ideológica, son algunos aspectos que el supuesto mártir promovió en su caprichoso fanatismo separado de lo que juró defender como sacerdote.
Curiosamente, el guerrillero fraile Antonio Puigjané (miembro de la agrupación terrorista que en tiempos del gobierno constitucional de RaúlAlfonsín atacó el regimiento de La Tablada), había sido un estrecho colaborador de Angelelli en La Rioja y fue quien planteó sin prueba alguna en el '83 la fantasía del asesinato. A raíz de ello la causa de la muerte fue abierta, estudiadas las pruebas y en el '90 volvió a determinarse que un hecho accidental (tal vez la impericia del conductor o el mal estado del vehículo) empujó el desenlace fatal.
Tanto la Teología de la Liberación como el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo fueron una desnaturalización del Evangelio que se presentó comprometida con la utopía revolucionaria marxista, peligrosa por contraria al mensaje cristiano y por su justificación de la lucha armada.
Hay relatos de personas que tuvieron ocasión de ver a sacerdotes de ese movimiento –como Carlos Mujica- portando armas, que nunca sabremos si las utilizaron y contra quienes.
A poco de que Angelelli comenzara su ministerio episcopal en La Rioja en 1968 el terrorismo de Montoneros iniciaría una escalada de atentados y muertes que, en no pocos casos, se adjudicaba públicamente.
Monseñor Héctor Aguer -arzobispo emérito de La Plata y flamante miembro de la Academia de Artes y Ciencias de San Isidro-, se preguntó en una nota publicada en La Nación en 2018"¿Por qué no se declara el martirio del filósofo Carlos Sacheri, maestro de la Doctrina Social de la Iglesia, asesinado por el E.R.P. a la salida de misa y cuya sangre salpicó a su mujer y a sus hijos? Sospecha: se piensa que Sacheri era 'de derecha', y en su libro "La Iglesia clandestina" había denunciado los errores del progresismo y la infiltración marxista en ambientes católicos. Su beatificación sería eclesiásticamente incorrecta."
Por su parte el obispo castrense emérito, Mñor. Antonio Juan Baseotto, pone seriamente en duda la idea del martirio y, ante la posibilidad de que Angelelli hubiera sido asesinado, no habría sido por odio a la fe, sino por su filiación política subversiva.
El profesor Carlos Sacheri, asesinado cruelmente en San Isidro por su condición de católico, fue quien se ocupó en 1970 con su libro "La iglesia clandestina" de poner en evidencia la existencia de una infiltración comunista en la Iglesia. Sacheri -junto a Jordán Bruno Genta, otro sólido cristiano que murió a manos de la ofensiva comunista-, es un verdadero mártir de la fe que debería ser llevado a los altares y no el militante revolucionario Angelelli.
"Nos sorprendimos de que la misteriosa muerte de Monseñor Angelelli, haya sido caratulada de asesinato sin que se tengan las pruebas suficientes. En la causa se incluyó a militares sin suficientes pruebas, y luego éstos recibieron los beneficios de las leyes de punto final y obediencia debida, sin que pudieran defenderse", dijo el 29 de Julio de 1988 Mñor. Monseñor Bernardo Witte, que sucediera a Angelelli en el obispado de La Rioja. Witte se propuso investigar la verdad de lo sucedido y mantuvo encuentros con Eduardo de Casas, Jefe de la Policía de La Rioja, quien corroboró que no había elemento alguno que permitiera establecer un homicidio.
Entre las particularidades del caso, se dijo que era Angelelli quien manejaba el vehículo, pero se demostró que era falso. Las lesiones que sufriera y la ubicación del cuerpo fuera del auto, analizado por personal forense demostraron que era el padre Pinto quien conducía. No es menos curioso que Pinto declaró no recordar nada al día siguiente salvo algún dato impreciso y que se negó a declarar en reiteradas ocasiones ante la justicia, pero "recuperó la memoria" doce años después para indicar un supuesto atentado sin pruebas.
La ola "derechohumanista" tuerta del periodo kirchnerista empujó la reapertura del caso en 2014, a pesar de no existir nueva información, y se forzó una interpretación de los hechos para buscar la condena del general Luciano Benjamín Menéndez y del comodoro Luis Estrella como autores "mediatos" de un homicidio... sin pruebas.
La beatificación de Enrique Angelelli y de sus comprometidos curas revolucionarios Carlos Murias y Gabriel Longueville y del laico Wenceslao Pedernera, expone una radicalización de la guerra iniciada hace décadas en la Iglesia argentina. Una lucha que desconoce la sangre de los verdaderos mártires de la fe.