Tal vez son muchos los que desconocen aspectos tal vez básicos de la liturgia
cristiana, de cómo el respeto por la fe se pone de manifiesto en actitudes y
gestos externos.
Como lo han señalado no pocos autores, nuestro interior
es el que se manifiesta a través de nuestros movimientos, nuestras palabras,
nuestras expresiones.
Y por otro lado, parece que no sólo hay feligreses
que en ocasiones parecen estar en cualquier otro lado antes que en una misa, ya
que el Vaticano, cuando el Santo Padre era Juan Pablo II,
consideró importante elaborar en Marzo del 2004, el documento
"Redemptionis Sacramentum. Sobre algunas cosas que se deben observar o
evitar acerca de la Santísima Eucaristía" para recordar a los
sacerdotes y obispos, algunos aspectos importantes de la celebración
eucarística.
Se mencionan en él recomendaciones sobre no realizar algunas
cosas que, a nuestros ojos, parecen un verdadero escándalo, pero que si están
puestas allí es porque ocurren o han ocurrido (como no celebrar misa en un salón
donde hay comida servida o la inconveniencia de depositar las ofrendas de dinero
sobre el altar...)
"Los abusos -dice el documento-,
sin embargo, 'contribuyen a oscurecer la recta fe y la doctrina católica
sobre este admirable Sacramento'. De esta forma, también se impide que puedan
'los fieles revivir de algún modo la experiencia de los dos discípulos de Emaús:
Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron'. Conviene que todos los
fieles tengan y realicen aquellos sentimientos que han recibido por la pasión
salvadora del Hijo Unigénito, que manifiesta la majestad de Dios, ya que están
ante la fuerza, la divinidad y el esplendor de la bondad de Dios, especialmente
presente en el sacramento de la Eucaristía."
"No es
extraño -señala- que los abusos tengan su origen en un falso
concepto de libertad. Pero Dios nos ha concedido, en Cristo, no una falsa
libertad para hacer lo que queramos, sino la libertad para que podamos realizar
lo que es digno y justo." "...la Eucaristía es un don demasiado grande para
admitir ambigüedades y reducciones".
El
extenso trabajo que se halla con innumerables citas, pone el acento en el
derecho de los fieles cristianos a que se celebre una "liturgia
verdadera, y especialmente la celebración de la santa Misa, que sea tal como la
Iglesia ha querido y establecido, como está prescrito en los libros litúrgicos y
en las otras leyes y normas".
"En efecto, 'al Obispo
diocesano, en la Iglesia a él confiada y dentro de los límites de su
competencia, le corresponde dar normas obligatorias para todos, sobre materia
litúrgica'." Se plantea también que "Los fieles 'deben estar
unidos a su Obispo como la Iglesia a Jesucristo, y como Jesucristo al Padre,
para que todas las cosas se armonicen en la unidad y crezcan para gloria de
Dios'".
"Para promover y manifestar una participación activa, la
reciente renovación de los libros litúrgicos, según el espíritu del Concilio, ha
favorecido las aclamaciones del pueblo, las respuestas, salmos, antífonas,
cánticos, así como acciones, gestos y posturas corporales, y el sagrado silencio
que cuidadosamente se debe observar en algunos momentos, como prevén las
rúbricas, también de parte de los fieles."
"La
catequesis procure con atención que se corrijan las ideas y los comportamientos
superficiales, que en los últimos años se han difundido en algunas partes, en
esta materia; y despierte siempre en los fieles un renovado sentimiento de gran
admiración frente a la altura del misterio de fe, que es la Eucaristía, en cuya
celebración la Iglesia pasa continuamente 'de lo viejo a lo nuevo'".
Entre las aclaraciones que incluye el documento se halla lo referido a
que el término Iglesia proviene de ekklesia, que
tiene relación con kleisis, esto es, "llamada". Y también que es
importante señalar que la asamblea (los fieles) son parte activa pero no
"concelebran". El único que tiene la potestad es el sacerdote,
por lo que, sería correcto decir que se asiste o se participa de una
celebración.
Los laicos
Refiriéndose a los
laicos "Se debe evitar el peligro de oscurecer la complementariedad entre la
acción de los clérigos y los laicos, para que las tareas de los laicos no sufran
una especie de 'clericalización', como se dice, mientras los ministros sagrados
asumen indebidamente lo que es propio de la vida y de las acciones de los fieles
laicos."
"El fiel laico que es llamado para prestar una ayuda en
las celebraciones litúrgicas, debe estar debidamente preparado y ser
recomendable por su vida cristiana, fe, costumbres y su fidelidad hacia el
Magisterio de la Iglesia. Conviene que haya recibido la formación litúrgica
correspondiente a su edad, condición, género de vida y cultura religiosa. No se
elija a ninguno cuya designación pueda suscitar el asombro de los
fieles."
Es muy loable que se conserve la benemérita costumbre
de que niños o jóvenes, denominados normalmente monaguillos, estén presentes y
realicen un servicio junto al altar, como acólitos, y reciban una catequesis
conveniente, adaptada a su capacidad, sobre esta tarea. No se puede olvidar que
del conjunto de estos niños, a lo largo de los siglos, ha surgido un número
considerable de ministros sagrados.
El pan y el
vino
"El pan que se emplea en el santo Sacrificio de la
Eucaristía debe ser ácimo, de sólo trigo y hecho recientemente, para que no haya
ningún peligro de que se corrompa. El vino que se utiliza en la celebración del
santo Sacrificio eucarístico debe ser natural, del fruto de la vid, puro y sin
corromper, sin mezcla de sustancias extrañas. En la misma celebración de la Misa
se le debe mezclar un poco de agua. Téngase diligente cuidado de que el vino
destinado a la Eucaristía se conserve en perfecto estado y no se avinagre. Está
totalmente prohibido utilizar un vino del que se tiene duda en cuanto a su
carácter genuino o a su procedencia, pues la Iglesia exige certeza sobre las
condiciones necesarias para la validez de los sacramentos. No se debe admitir
bajo ningún pretexto otras bebidas de cualquier género, que no constituyen una
materia válida."
"En algunos lugares se ha difundido el
abuso de que el sacerdote parte la hostia en el momento de la consagración,
durante la celebración de la santa Misa. Este abuso se realiza contra la
tradición de la Iglesia. Sea reprobado y corregido con
urgencia."
"'No se puede tolerar que algunos sacerdotes
se arroguen el derecho de componer plegarias eucarísticas', ni cambiar el texto
aprobado por la Iglesia, ni utilizar otros, compuestos por personas
privadas."..." La Plegaria Eucarística, debe ser pronunciada en su totalidad, y
solamente, por el Sacerdote." "No está permitido omitir o sustituir,
arbitrariamente, las lecturas bíblicas prescritas ni, sobre todo, cambiar «las
lecturas y el salmo responsorial, que contienen la Palabra de Dios, con otros
textos no bíblicos".
"En la santa Misa y en otras
celebraciones de la sagrada Liturgia no se admita un 'Credo' o Profesión de fe
que no se encuentre en los libros litúrgicos debidamente
aprobados."
Los
ministros
"Sólo el sacerdote válidamente ordenado es
ministro capaz de confeccionar el sacramento de la Eucaristía,
actuando in persona Christi". De donde el nombre de «ministro
de la Eucaristía» sólo se refiere, propiamente, al
sacerdote.
"También, en razón de la sagrada Ordenación,
los ministros ordinarios de la sagrada Comunión son el Obispo, el presbítero y
el diácono, a los que corresponde, por lo tanto, administrar la sagrada Comunión
a los fieles laicos, en la celebración de la santa Misa."
"Además de los
ministros ordinarios, está el acólito instituido ritualmente, que por la
institución es ministro extraordinario de la sagrada Comunión, incluso fuera de
la celebración de la Misa. "
"Este ministerio se entienda conforme a su
nombre en sentido estricto, este es ministro extraordinario de la sagrada
Comunión, pero no «ministro especial de la sagrada Comunión», ni «ministro
extraordinario de la Eucaristía», ni «ministro especial de la Eucaristía»; con
estos nombres es ampliado indebida e impropiamente su
significado."
Contra el uso extendido se trata del
"ministro extraordinario de la sagrada Comunión, pero no 'ministro especial de
la sagrada Comunión', ni 'ministro extraordinario de la Eucaristía', ni
'ministro especial de la Eucaristía".
El saludo de
la paz
Frente a lo que ocurre, principalmente en algunas comunidades u ocasiones, el
documento dice claramente "que cada uno dé la paz, sobriamente, sólo a
los más cercanos a él".
En cuanto a que haya sacerdotes confesando mientras se celebra la Santa Misa,
este documento vaticano señala que ... "Según la antiquísima tradición
de la Iglesia romana, no es lícito unir el Sacramento de la Penitencia con la
santa Misa y hacer así una única acción litúrgica. Esto no impide que algunos
sacerdotes, independientemente de los que celebran o concelebran la Misa,
escuchen las confesiones de los fieles que lo deseen, incluso mientras en el
mismo lugar se celebra la Misa, para atender las necesidades de los fieles. Pero
esto, hágase de manera adecuada."
Texto completo de "Redemptionis Sacramentum. Sobre algunas cosas que se deben
observar o evitar acerca de la Santísima
Eucaristía".