Participar de un retiro espiritual es, comprobadamente, una gran oportunidad para profundizar la relación que alguien tiene con Dios.
Sea que uno se encuentre cercano o alejado de las cuestiones de la fe, abandonar por un par de días, al menos, las complicaciones del trabajo y las obligaciones, y concentrarse en charlas y meditaciones guiadas puede convertirse en una bisagra en la vida religiosa.
Siempre habrá un aspecto en que sea posible profundizar y reflexionar, aún si se cree por momentos que se viene bien en términos de espiritualidad y, sobre todo, en cómo se lleva a la vida cotidiana el compromiso cristiano.
Si, por esas cosas difíciles de resumir, alguien se ha alejado de Dios y se le da la oportunidad de detenerse a meditar sin el barullo cotidiano, sin horarios, fuera de nuestros ámbitos corrientes, pueden suceder grandes cosas. La primera: ganas de restablecer ese vínculo que se reconoce fuerte y enriquecedor para la propia vida y la del entorno.
Conocer más a Dios, saber cómo ha estado esperando pacientemente, descubrirse pequeño en la propias fuerzas y necesitado de su grandeza, puede no ser algo que ocurra "mágicamente" en un retiro espiritual, pero es muy probable que, con buena predisposición del corazón y con una correcta guía, se empiece un camino que acarreará un gran bien.
Es verdad que las razones (o las excusas) para no participar de un retiro suelen estar en cómo hacer con el trabajo, la casa, la familia, los compromisos cotidianos, y, por qué no, con cierta vergüenza que pueden tener algunos en decir "voy a un retiro espiritual...". Con la mala prensa que muchos le han hecho a las cosas de la Iglesia, habrá quienes prefieran ocultar esa participación.
Los que hemos dado catequesis familiar durante años en San Isidro, nunca cobramos dinero alguno, todo lo contrario. En general, los catequistas se ocupan de costear una parte de los gastos de material de trabajo pastoral y, por supuesto, del traslado y el tiempo quitado a cuestiones personales.
Los catequistas en parroquias y centros misionales realizan su tarea con vocación de servicio, entendiendo el bien que es posible llevar a niños y adultos acercándolos a Dios. Claro está que hacer algo gratis es, como se sabe, pagar para ello. Pero eso no se piensa, se acepta el desafío y se va para adelante. Es gratis para la gente, como gratis es lo que Dios nos da todos los días.
En la Casa de Retiros Espirituales "Monseñor Antonio María Aguirre" [Santa Rosa 2341, Victoria, San Fernando] se organizó un retiro espiritual desde las 19:00 del domingo 14 de Febrero hasta las 13:00 del viernes 19.
Lamentablemente, como ha ocurrido casi siempre, la información dada a conocer no suele incluir el costo de los retiros, por lo que fue inevitable tener que ocuparse de investigar sobre ese ese punto.
Para mi sorpresa, esta actividad propuesta sale la friolera de 2.700.- pesos, una cifra que, en principio muchos no pueden pagar, pero sí los suficientes para que ya no hubiera lugares disponibles antes de llegar a mediados de Enero. Vale mencionar que esta casa de retiros tiene capacidad para hospedar a 136 personas.
Desconozco si se dispuso de toda la capacidad hotelera para este retiro que será guiado por el sacerdote Ángel Rossi, pero si así fuera, el resultado es escalofriante: 136 x 2.700= 367.200 pesos en 4 días y medio.
En la comunicación dada a conocer y en el sitio web de la casa de ejercicios espirituales no se menciona cuánto cobra el sacerdote por predicar este retiro, ni si existe la posibilidad de reducir esa cifra individual para poder asistir.
Se podrá decir que la comida, la energía, el mantenimiento del lugar, el personal y el aseo de habitaciones, los gastos del sacerdote, representan un costo y es lógico. Pero es difícil llegar a casi 570 pesos diarios para una actividad que, tal vez, no puede ser gratuita, pero sí debe ser una oportunidad para MUCHOS.
He conocido gente que, de buena gana, participaría de un retiro de un par de días sin muchas exigencias de hotelería, poniendo el acento en esa necesidad de encuentro, de contemplación, de reflexión profunda. Pero cuestiones económicas, totalmente comprensibles en un país complejo como la Argentina, se lo impiden. Y cada uno sabe dónde le aprieta el zapato.
Desde el Vaticano no son pocos los comentarios que llegan instando a no dejar a nadie afuera del mensaje del Evangelio, en mejorar la catequesis, en no perder de vista lo fundamental en la transmisión de la fe, pero parece que no todos entienden de qué se trata.
En principio, sería conveniente la organización de retiros de uno o, a lo sumo, dos días, con el foco puesto en las cuestiones elementales, básicas, sin priorizar la hotelería, simples y accesibles en todo sentido.
Le sigue corregir la ineficaz comunicación de la realización de los mismos. Quienes asistimos a misa cada domingo, por ejemplo, no encontramos información alguna sobre retiros y mucho menos, sobre retiros gratuitos o accesibles.
Fuera del ámbito parroquial es, casi con seguridad, imposible hallar información al respecto. Consecuentemente, quienes asisten a los retiros (mucho más si tienen los costos mencionados) son aquellos más cercanos a la actividad parroquial y de cierto sector social.