Queridos amigos, queridas familias, ¡Feliz Navidad!
Les deseo de todo corazón que el Señor pueda unir y armonizar cada vida, cada persona, y que conceda también la armonía y la concordia a cada familia.
Estamos viviendo una profunda crisis de confianza, nos sospechamos continuamente unos a otros, por eso hay tantas cosas que no decimos, no nos atrevemos a salir de nosotros mismos, tenemos miedo.
Tenemos miedo de que ese endeble tejido social se rompa. En muchos casos parecería que la trama está rota y que somos como islas.
Esta cultura individualista que se acentúa continuamente entre nosotros, va creando este ambiente.
“¡Qué me importa del otro, solamente me importa de mí. Total, las desgracias las veo por televisión. Si quiero verlas, las veo y sino cambio de canales!”, pero esto de ver las desgracias del otro en imagen, puede hacer que me aleje de verdad de la vida de los demás, y que vaya construyendo murallas, muros en mi vida para defenderme de lo que significa la realidad de la vida de los demás y para poder yo mismo, dentro de esos muros, creer que voy creciendo.
No podemos crecer si no crecemos juntos, necesitamos de la riqueza de los demás, no podemos solos.
Es una gran falta de sabiduría creer que todo lo podemos solos y que solos podemos tener todo lo necesario.
El Niño Jesús en Navidad viene a darnos otro mensaje muy distinto. El Niño que es Dios que se hace pequeño, que se hace débil, se deja adorar por los pastores, se deja tomar en brazos por María y por José y quiere que vos también lo tomés en tus brazos, que vos también le des un beso, porque él rompe todas las murallas; él viene a decirte confío en vos; creo en vos; me pongo en tus manos.
Tenemos que volver a crear una comunicación nueva; con una comunicación nueva tendremos un mundo nuevo.
Por eso, en esta Navidad te invito a pedirle a María y a José que te presten sus brazos, que te presten su corazón, para que al ir al pesebre, al ponerte delante del pesebre puedas tomar en tus brazos, besar al Niño Jesús como una expresión de que él entra dentro tuyo, y que te saca de este ser isla y de arreglarte por tu cuenta, para poder integrarte más a la comunidad de los hermanos y allí recibir todo lo que necesitás, y al mismo tiempo aportar todo aquello que sólo vos le podés dar a la comunidad.
¡Feliz Navidad! ¡Te deseo que el Niño Jesús te sorprenda! ¡Que el Niño Jesús con su debilidad aparente, con su llanto, pero al mismo tiempo con ese gesto extraordinario del Dios vivo, de querer estar en medio de nosotros como uno más, que el Niño Dios te regale la caridad que abre todas las fronteras del espíritu!
Como dice el lema que vamos a vivir del Año de la Paz “Vencé la indiferencia!”, que podamos vencer la indiferencia y conquistar la paz que es conquistar la caridad.
¡Qué Dios los bendiga a todos! ¡Muy feliz Navidad!
+ Monseñor Oscar Vicente Ojea
Obispo de la diócesis de San Isidro