El primer sábado de octubre, como todos los años, tendremos nuestra peregrinación juvenil a pie a Luján; es la número cuarenta y uno, y me acuerdo perfectamente de la primera del entusiasmo de la primera.
No éramos tantos, solamente habíamos cortado la avenida Rivadavia por la mitad, pero sin embargo se iba perfilando ese entusiasmo y ese fervor de los jóvenes para poder llegar a la casa de nuestra Madre y llevarle todo lo que llevaban en el corazón.
“Gracias Madre por estar siempre. Ayúdanos a cuidar nuestra Patria” es el lema de la Peregrinación de este año, gracias por estar siempre en nuestra Patria, y especialmente a lo largo de estos cuarenta años.
Yo digo siempre que llevamos a Luján, no solamente las intenciones de nuestro corazón; las personas por las que queremos rezar; las situaciones que nos agobian, las promesas, no solamente llevamos eso a la Virgen, toda esa carga que tiene nuestro corazón, sino que llevamos también la oración del cuerpo; se van cansando nuestras piernas, se van cansando los pies que se apoyan, algunos con ampollas en serio, como a muchos nos ha pasado se va dando esa ayuda maravillosa de los equipos de apoyo, de los micros de apoyo, que van compartiendo también desde otro lugar la Peregrinación.
Me ha tocado en los últimos años poder confesar en Luján a los peregrinos que llegan cansadísimos, pero sin embargo con la alegría de haber llegado a la casa de la Madre, y muchas veces son confesiones realmente importantes, confesiones de toda la vida, llevar al Señor todo aquello que pesa en nuestro corazón.
Pero también al decirle: “Gracias Madre por estar siempre”, le estamos diciendo: “Vos no te borrás; vos querés estar siempre al lado nuestro; vos sos fiel; vos has estado y estarás; con vos me siento seguro, en vos confío; por eso lo que te llevo, te lo llevo con Fe; te lo llevo esperanzado; te lo llevo sabiendo que sos mi madre y que conocés el fondo de mi corazón; que no le hacés asco a nada; que me aceptás como soy, que me querés con un amor incondicional”.
Esa experiencia de sentirse amados por la madre, es una experiencia fundamental de la Peregrinación a Luján. Ella nos recibe con todo nuestro cansancio, que es el cansancio de nuestra vida, el peso de nuestra vida, con toda una enorme comprensión de nuestra debilidad y con toda la carga que lleva nuestro corazón.
La segunda parte del lema: “Ayúdanos a cuidar nuestra Patria”. Qué importante esto, no sólo porque estamos en tiempo de elecciones, un tiempo tan fundamental para nosotros, sino que además esto de “cuidar la Patria”, esto de cuidarnos unos a otros que nos recordaba el papa Francisco recién asumido en sus palabras que estábamos en la Catedral de Buenos Aires, al día siguiente de ser proclamado Papa: “Cuídense unos a otros, cuídense mucho”.
Así como nos ha llamado hace poco a cuidar la tierra, a cuidar nuestra casa común, a tener una mirada nueva para lo que significa la hermana y la madre tierra para lo que habitamos, el Papa nos llama a cuidarnos unos a otros, a sentirnos responsables, a mirar la realidad pero ya con ojos de darle una respuesta, no sólo haciendo lo que queremos sino respondiendo a la vida, en aquello que la vida nos vaya exigiendo cuando vamos creciendo como personas para ponernos al servicio de los demás.
¡Gracias Madre por estar siempre, te pedimos que nos ayudes a cuidar nuestra Patria!
¡Qué esta nueva Peregrinación a Luján nos temple el corazón, aumente el amor que tenemos a nuestra madre y sintamos verdaderamente su presencia cada vez más cercana, más cálida más tierna en nuestra Patria, Argentina!
Virgen de Luján, patrona del pueblo argentino, ruega por nosotros.
