Querría adoptar el mensaje de Cuaresma del santo padre para nuestra diócesis.
Él comienza utilizando un texto de la 2° Carta a los Corintios que dice así: “Ustedes conocen la generosidad de nuestro Señor Jesucristo que siendo rico se hizo pobre por nosotros para enriquecernos con su pobreza. El Papa nos invita, en toda la carta, a que podamos nosotros, asimilarnos a la pobreza de Jesús, a la pobreza de Dios. Y qué significa esto para recorrer el tiempo de cuaresma. En qué sentido Dios se hace pobre. En qué sentido Jesús es pobre. En el sentido que se despoja de todo. Se quiere asimilar totalmente con aquél a quien ama, porque el amor es así, asimilarnos con aquél a quien amamos, ponernos al lado, ponernos junto a él. Por eso él no tuvo en cuenta esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente, como dice la Carta a los Filipenses, sino que se despojó de su rango y se hizo uno de nosotros compartiendo todo menos el pecado.
De este modo ser pobre como recorrido de este tiempo de cuaresma, hacernos pobres, significa despojarnos de todo para amar. La pobreza en el Evangelio se mide por el amor. Pobre es el que lo ha entregado todo, es el que lo da todo. Y con esta mirada nueva del pobre que es Jesús, el Papa nos invita a mirar las miserias humanas. Enumera tres miserias: Una miseria material. Una miseria moral. Una miseria espiritual.
La miseria material, es todos aquellos hermanos nuestros a quienes les falta lo indispensable para vivir con dignidad.
La miseria moral, es cuando el hombre pierde esa dignidad interiormente, a través de la droga y a través de tantas situaciones que nosotros vivimos desde el punto de vista moral, la corrupción, la mentira, la ambigüedad, a través de todas estas miserias que nos visitan y que contemplamos y cuya atmósfera respiramos diariamente, nosotros estamos frente a miserias morales.
La miseria espiritual es el desconocimiento de Dios, el alejamiento de Dios, la negación de Dios, el vivir totalmente para uno mismo. El santo padre nos invita a mirar estas miserias desde la pobreza con misericordia, despojándonos de nosotros mismos, para poder nosotros de alguna manera, con una mirada misericordiosa hacia estas miserias, compartir, preparar interiormente la Pasión de Cristo que se entrega totalmente por los pecados del mundo.
En realidad la cuaresma es un camino, un camino que dispone nuestro corazón para vivir la alegría honda de la Resurrección. Si lo hacemos vaciándonos de nosotros mismos, despojándonos de nosotros mismos, como nos invita la carta del Papa, tendremos una cuaresma fecunda y feliz.
Desconfío de la limosna que no cuesta y que no duele, dice el Papa. Desconfío de una caridad que se hace superficialmente.
Entonces tratemos, al mirar las miserias de las que estamos rodeados, tratemos nosotros de tener esta actitud de compromiso radical con nuestros hermanos, lo que va a garantizar una cuaresma despojada, en un ayuno auténtico, lleno de misericordia. Una cuaresma en donde esté presente la vida de oración, la configuración total con la pobreza de Jesucristo y una cuaresma que sea generosa en la ayuda a los hermanos que más lo necesitan con una mirada puesta sobre su miseria llena de misericordia.
Que el Señor les conceda este camino, un camino de crecimiento, de aprendizaje en comunidad.