El lema de la Jornada Mundial de la Paz para este año es "La fraternidad fundamento y camino de la paz".
Y cómo nos está llamando el Papa a salir de nosotros mismos y a vivir de un modo profundo la fraternidad. Nos recuerda a cada rato que somos un ser en relación, que nuestro destino es salir del aislamiento para ir al encuentro del otro. Nos habla continuamente de la cultura del encuentro y solamente así podremos construir verdaderamente la paz.
Les leo un texto de la carta del gozo del Evangelio. Es del nº 183 y dice:
"Una auténtica fe que nunca es cómoda, individualista, siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra. Amamos este magnífico planeta en donde Dios nos ha puesto y amamos a la humanidad que lo habita con todos sus dramas y cansancio, con sus anhelos y esperanzas, con sus valores y fragilidades. La tierra es nuestra casa común y todos somos hermanos".
Cómo hacer de esta casa común más habitable. Cómo hacer posible una auténtica fraternidad. Esta casa que es de todos, aunque seamos diferentes, aunque seamos distintos, aunque provengamos de distintas tradiciones, culturas, educaciones. Estamos en la casa común. Y la pedagogía de la paz nos enseña que llegar a esa fraternidad, a sentir al hermano como parte mía, es absolutamente necesaria para poder construir la paz. Cada pequeño gesto de acercamiento en el amor fraterno, cada pequeño gesto de ayuda, de apertura, de escucha, hace posible la paz.
Por eso tenemos que estimular los pequeños gestos de paz, lo de todos los días, los cotidianos, los que pueden cambiar nuestro corazón para abrirnos al don de la paz. Los que pueden instalar la paz en nuestras familias, en nuestras relaciones más inmediatas, en nuestros vínculos más profundos, allí tenemos que sembrar la verdadera paz y allí comienza para el hombre la vivencia de la fraternidad.
Que podamos ser mensajeros de la paz y antes abrir nuestro corazón para recibirla por este camino y fundamento de la fraternidad que es el que nos permitirá vivir este don en el cual la vida es posible, sin el cual respiraremos siempre esta atmósfera de violencia y entraremos en un círculo cerrado que nos ahogará y no nos permitirá vivir en libertad.
Que Dios los bendiga.
+ Monseñor Oscar Vicente Ojea
Obispo de la diócesis de San Isidro