La diócesis de San Isidro pidió perdón por los daños provocados por el cura José Mercau en Tigre
José Antonio Mercau está condenado por abuso y es un sacerdote ordenado en la diócesis de San Isidro el 14 de Diciembre de 1984 junto a Martín Fassi, José Luis Quijano, Cristian Gramlich (también acusado de abuso) y Mariano Loza (que abandonó el sacerdocio en 2007).
Mientras Mercau ejercía el destino pastoral asignado por el obispo Jorge Casaretto en la parroquia "San Juan Bosco" en Tigre, abusó de varios menores y fue condenado a 14 años de prisión por lo que confesó: 4 casos de corrupción de menores y 2 hechos de abuso sexual agravado. Los hechos recién fueron denunciados en 2005 y luego de 6 años, el sacerdote recibió la condena por parte del Tribunal Oral en lo Criminal 7 de San Isidro. Luego de estar recluido 3 años en un monasterio en Los Toldos y no haber respetado las condiciones de detención, terminó siendo trasladado a la Unidad 41 de máxima seguridad del complejo penal de Campana.
Según los magistrados, un reciente informe psicológico realizado al sacerdote -actualmente de 56 años- revela aún "un acentuado apego al pasado, tensión, tendencia a la impulsividad y una endeble capacidad reflexiva respecto de su accionar transgresor".
Por este episodio -que según se sabe no es el único que ocurrió en la diócesis y en la Argentina-, el domingo 15 de Diciembre el obispo monseñor Oscar Vicente Ojea en la Catedral hizo público un comunicado que lleva el título "Asumir, pedir perdón y deseo de reparar", con el cual la Iglesia pide perdón a las víctimas de abusos cometidos durante años por José Antonio Mercau, de la localidad de Ricardo Rojas (Tigre), y se expresa el deseo y la decisión de reparar a las víctimas "moral y económicamente".
Para afrontar el aspecto económico, la diócesis puso en venta algunas de sus propiedades, lo que no tiene precedentes en la Argentina, aunque sí en otro países.
El pedido de perdón por los delitos sexuales cometidos por el sacerdote José Mercau como miembro de la diócesis cuando era párroco y estaba a cargo de un hogar San Juan Diego que albergaba a niños en situación de vulnerabilidad social significa un hecho novedoso.
La decisión del obispo de la diócesis está en sintonía con el pedido del papa Francisco a los obispos: "Asistan a las víctimas en el doloroso camino de curación, que conducen con valor".
"Nosotros decidimos hacer público este pedido de perdón porque creemos que tendrá un efecto sanador, no sólo para las víctimas, sino para la sociedad. El sacerdote que cometió los abusos era parte de un cuerpo que es la diócesis y nosotros asumimos la responsabilidad como cuerpo, por no haber podido evitar que esos abusos ocurrieran. Como Iglesia, todos somos responsables", afirmó el padre Máximo Jurcinovic, vocero del obispo.
"Para nosotros, indemnizar no es sólo un compromiso legal. Es también un deseo de esta diócesis. Queremos ser una Iglesia que se pone del lado de la víctima y no del victimario", dijo Jurcinovic.
"Las secuelas que deja el abuso sexual en el futuro de los niños y de los jóvenes no se pueden medir. Su vida vincular y afectiva queda lastimada en lo más hondo por la violación de su intimidad. La conducta del que abusa también hiere a todo el cuerpo de Cristo y quiebra la confianza en la comunidad. Este mal causado nos hace experimentar un vivo dolor como miembros de la Iglesia", dice el comunicado, que será leído en todas las iglesias de San Isidro.
Monseñor Ojea llegó a la conclusión de que era necesario pedir perdón públicamente después de una serie de encuentros que mantuvo con los cuatro jóvenes víctimas de abuso que en 2005 impulsaron una causa penal contra el padre Mercau. En los encuentros, al obispo le quedó en claro que, más allá de asistirlos pastoralmente, era necesario hacer algo por devolverles dignidad.