[2012] - El sábado 25 de Agosto murió a los 82 años el hombre que pisó por primera vez la luna, a donde llegó el 20 de Julio de 1969.
Sin embargo, Neil Armstrong, ex combatiente en la guerra de Corea que llegó a ser conocido en todo el mundo por aquella proeza en el espacio, consideraba mucho más trascendentes los pasos que diera en Jerusalén por donde caminó Jesús.
Corrían los años sesenta, y en la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética era importante "ser el primero". Los rusos, con Yuri Gagarin, fueron los primeros en conseguir que un hombre completara un viaje espacial completo. Fue en 1961, y el astronauta héroe del comunismo declaró sarcásticamente para confirmar el materialismo oficial: "No veo ningún Dios aquí arriba". Murió en 1968 en un accidente de avión, sin llegar a ver la siguiente gran hazaña de la navegación extraterrestre.
El 21 de Julio de 1969 el Apolo XI, con aquella histórica tripulación (Neil Armstrong, Edwin "Buzz" Aldrin, Michael Collins), llegó a la órbita de la luna, y cuando el módulo tocó su superficie Armstrong descendió, dejó su huella y pronunció en directo, para millones de telespectadores, aquella frase: "Un pequeño paso por un hombre, un gran paso para la Humanidad".
Su fallecimiento a los 82 años ha recordado sobre todo este momento, aunque también que llegó a la NASA tras un brillante historial militar que incluye 78 misiones de combate como piloto naval en Corea.
A diferencia de Gagarin, Armstrong era un hombre muy religioso y profundamente cristiano. Quizá la historia más conocida en ese sentido es la que sucedió en Jerusalén en 1988.
Neil visitó Jerusalén ese año, y le pidió a Thomas Friedman, un profesor experto en arqueología bíblica que le hizo de guía por la ciudad, que le llevase a un lugar donde pudiese tener la certeza de que había caminado Jesucristo.
El profesor, una de cuyas alumnas, Ora Shlesinger, ha relatado la historia más de una vez, llevó a Armstrong a los restos de escaleras del templo construido por Herodes el Grande que aún se conservan. "Estos peldaños constituían la principal entrada al templo", le dijo: "No hay duda de que Jesús subió por ellos".
Armstrong se concentró entonces profundamente y rezó durante un rato.
Al terminar, se volvió a Friedman, y, emocionado, le dijo: "Para mí significa más haber pisado estas escaleras que haber pisado la Luna".