El 21 de agosto celebramos a San Pío X. Celebramos el día del catequista. Vamos a destacar y con agradecimiento sincero y profundo la misión del catequista y la nobleza de esa tarea en la iglesia.
El catequista es quien, en nombre de la iglesia, nos acerca a la fe y la hace madurar. Es educador en la fe.
La iglesia nos recibe después del bautismo, la iglesia nos recibe para la preparación de los sacramentos, los catequistas que preparan a los chicos para primera comunión, todos esos agentes de pastoral que trabajan preparando la confirmación, que en nuestra diócesis es tan importante, tiene un relieve muy grande. Aquel catequista que trabaja preparando a las familias para el bautismo de sus hijos, preparando a los novios para el sacramento del matrimonio.
El catequista es el que nos presenta la fe, que nos acompaña en la fe y quien hace que se nos vaya revelando aquello que tenemos dentro del corazón, que podamos ir descubriendo cómo el Señor trabaja en nuestro corazón.
Podríamos decir que el catequista es como un introductor al misterio de nuestro corazón y también al misterio de la iglesia. En la catequesis descubrimos una imagen de la iglesia, experimentamos que no estamos solos, sino que juntos estamos buscando al Señor, estamos conociéndolo, estamos creciendo en la fe y es el catequista el que armoniza ese grupo para que juntos puedan descubrir, el Papa diría, la belleza y la fuerza de la fe.
Queridos catequistas, en este año de fe, en que el santo padre nos propone volver a la fuente primera, volver al origen primero para redescubrir la motivación más importante de nuestra vida, lo que da sentido a nuestra vida, que es la fe, aquello por lo cual vivimos y de lo que estamos hechos, estamos hechos de fe, dice San pablo y repitiendo las palabras del profeta Habacuc, el justo vive de la fe. El justo vive de la fe significa que el justo está hecho de fe, como una mesa está hecha de madera o como un chiquito vive de la leche.
Vivimos de la fe, es lo que nos hace vivir, es lo que nos da vida. Es poner nuestra mirada junto a la mirada de Dios y hacer la propia, es mirar la vida, el mundo y la historia, como la mira Dios, desde Dios. Esta perspectiva nos la da el catequista, la ayuda, nos hace tomar conciencia de que está en nosotros, de que a brotado por primera vez en el bautismo, que nos ha llegado esa agua que nos humedece el alma seca, que hace que brote la primera semilla de la fe y junto con la familia, el catequista es quien trata de cuidar el pequeño jardín que ya está en nuestro corazón, que podamos mirarlo, que podamos verlo, protegerlo y al mismo tiempo, hacerlo crecer para que la fe opere por la caridad y de esta manera comience a manifestar al mundo toda su belleza y toda su fortaleza.
Muchísimas gracias queridos catequistas por su tarea de acompañamiento, de entrega del tiempo, de entrega de amor y de confianza en aquellos que acompañan y preparan para recibir los sacramentos.
Que Dios los bendiga por la intercesión de San Pío X particularmente en este día.