Casi 3.000 adolescentes participaron de Pascua Joven en Beccar
Durante esta Semana Santa, 2.970 adolescentes de 5º y 6º año del secundario participaron del campamento denominado Pascua Joven, actividad organizada por el Equipo de Pastoral Juventud de San Isidro de la que participaron chicos de la Zona Norte, Capital Federal, Trenque Lauquen, Venado Tuerto, Tandil, Rosario, Coronel Suárez, Bella Vista, Carlos Casares, 9 de Julio, y también de Estados Unidos, Panamá, México, Chile, Uruguay y Venezuela.
Pascua Joven es un clásico que lleva 24 ediciones y cada año aumenta el número de participantes de una edad que los expone a cambios como terminar la etapa escolar, el ingreso a la facultad o la búsqueda de trabajo, con toda la incertidumbre que puede provocar ello.
El obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, les expresó a los jóvenes: "¿Cuántas veces nos sentimos no reconocidos, no valorados, que nuestros padres y seres queridos no están en el momento que los necesitamos? Aquellas cosas que nos duelen no nos gusta mirarlas de frente. Todos los seres humanos, pertenezcamos a la raza que pertenezcamos y tengamos la edad que tengamos, somos mendigos de amor, necesitamos que nos quieran y nos tengan en cuenta. Cuando nos damos cuenta de que no es así, esto nos hace sufrir, nos evadimos, nos escapamos."
"El alcohol -dijo el obispo- nos hace evadir cosas que tenemos que enfrentar, porque el sufrimiento, sea del cuerpo, del alma o del corazón, pertenece a la vida humana y no podemos escapar de él."
Finalmente, Ojea invitó a los jóvenes a comprometerse socialmente: "La Pasión de Cristo no fue escrita para conmovernos sino para transformarnos. Cristo atraviesa todo el sufrimiento humano. Lo que tenemos que ver en la cruz es el amor. Al adorar la cruz pensemos en nuestros hermanos, los que tenemos que servir, los que están en condiciones de indignidad, aquellos que podamos acompañar para que puedan recuperar su dignidad, su valor."
Camila Goncalvez de 16 años de edad había escuchado muchas anécdotas de Pascua Joven previo a venir: "Me intrigaba mucho vivir esta experiencia. Me gustaron especialmente los momentos de desierto y de estar sola. Quiero salir feliz de acá y poder usar lo que aprendimos para aplicarlo en mi familia. Me da ganas de compartir esta alegría."
"Mi hermana vino hace algunos años -relató Magdalena Ladoux de 16 años-, y me contó que Pascua Joven la había ayudado para perseverar en la fe. Quiero valorar más lo que tengo, agradecer, saber pedir perdón, y poder reconocer cuando uno está mal y cuando está bien."
45 organizadores, 107 servidores y 570 coordinadores conformaron un equipo que durante un año se reunió a pensar todos los detalles para acoger de la mejor manera a los casi 3.000 adolescentes que optaron por vivir la Pascua de un modo diferente, reflexionando sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesús, y cómo esto se traslada a la vida cotidiana.
El encuentro estuvo armado para que los chicos hicieran un proceso de reflexión y valoración de lo que viven. El Jueves Santo se los invitó a tomar conciencia de dónde vienen, a hacerse sus propias preguntas radicales y ver hacia dónde se dirigen. Ese día reflexionaron sobre las cosas que les dan felicidad hoy, sobre el valor del tiempo y del silencio, y sobre la connotación de "ser semillas". El Viernes Santo, día de la crucifixión de Cristo, los jóvenes participantes meditaron individualmente en "desiertos" y luego compartieron en grupos sus reflexiones sobre qué era lo que les pesaba y tocaba cargar –en referencia a la cruz de Cristo-, y también con qué apoyos y ayudas podían contar. El Sábado Santo fue un día para comprometerse a poner manos a la obra, responsabilizarse e involucrarse con la realidad que les toca vivir. La vuelta a las casas se concretará el Domingo de Pascua al mediodía, con la idea de que cada chico comparta con su familia el último tramo de la Pascua y la experiencia vivida durante el campamento.