Dios ama especialmente a los débiles del mundo, a los enfermos y a los que sufren
En su tercer y último día en Benín (África) en el domingo en que la Iglesia celebró la fiesta de Cristo Rey, el Papa Benedicto XVI afirmó este 20 de Noviembre que Dios ama especialmente a los débiles del mundo, a los enfermos y a los que sufren, y pide a todos servir a estas personas con el mismo amor del Señor.
En el Estadio de la Amistad de Cotonou, y en una emotiva Misa, ante 200 obispos provenientes de toda África, un millar de sacerdotes de Benín, y unos 30.000 peregrinos llegados desde Nigeria, Togo, Ghana, y Burkina Faso, el Santo Padre celebró la Santa Misa con ocasión de la entrega de la Exhortación Apostólica post-sinodal Africae munus, fruto de la Segunda Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos.
"Quisiera dirigirme con afecto a todos los que sufren, a los enfermos, a los aquejados del sida u otras enfermedades, a todos los olvidados de la sociedad. ¡Tened ánimo! El Papa está cerca de vosotros con el pensamiento y la oración", alentó el Santo Padre.
"¡Tened ánimo! Jesús ha querido identificarse con el pequeño, con el enfermo; ha querido compartir vuestro sufrimiento y reconoceros a vosotros como hermanos y hermanas, para liberaros de todo mal, de toda aflicción. Cada enfermo, cada persona necesitada merece nuestro respeto y amor, porque a través de él Dios nos indica el camino hacia el cielo", agregó.
Benedicto XVI animó a despojarse de los sufrimientos del pasado, y dejarse liberar por Cristo, porque la en Él "vence nuestros miedos, nuestras miserias, nos da acceso a un mundo nuevo, un mundo donde la justicia y la verdad no son un teatro, un mundo de libertad interior y de paz con nosotros mismos, con los otros y con Dios".
El Santo Padre explicó que Jesús no se presenta con riquezas, éxito, potencia o poder, sino que es un rey que se hace servidor de los más pequeños y humildes, "un rey cuyo trono es la cruz".
Para Jesús-Dios, "reinar es servir. Y lo que nos pide es seguir por este camino para servir, para estar atentos al clamor del pobre, el débil, el marginado", animó.
"En este día de fiesta, nos alegramos del reino de de Cristo Rey en toda la tierra. Él es quien disuelve todo lo que obstaculiza la reconciliación, la justicia y la paz. Recordemos que la verdadera realeza no consiste en una ostentación de poder, sino en la humildad del servicio; no en la opresión de los débiles, sino en la capacidad de protegerlos para darles vida en abundancia".
El Evangelio dice que Jesús "ha querido tomar el rostro de los hambrientos y sedientos, de los extranjeros, los desnudos, enfermos o prisioneros, en definitiva, de todos los que sufren o están marginados, lo que les hagamos a ellos será considerado como si lo hiciéramos a Jesús mismo".
"Cristo reina desde la cruz y con los brazos abiertos, que abarcan a todos los pueblos de la tierra y les atrae a la unidad. Por la cruz, derriba los muros de la división, y nos reconcilia unos con otros y con el Padre. Hoy oramos por los pueblos de África, para que todos puedan vivir en la justicia, la paz y la alegría del Reino de Dios".
Asimismo, el Santo Padre invitó a los cristianos a anunciar su fe, "el bautizado sabe que su decisión de seguir a Cristo puede llevarle a grandes sacrificios, incluso el de la propia vida. Pero, como os recuerda san Pablo, Cristo ha vencido a la muerte y nos lleva consigo en su resurrección. Nos introduce en un mundo nuevo, un mundo de libertad y felicidad".
El Papa recordó luego a su fallecido amigo, el Cardenal beninés Bernardin Gantin, "ejemplo de fe y sabiduría para Benín y para todo el continente africano". Recordó que tras 150 años de evangelización en el país "todavía muchos que aún no han escuchado el mensaje de salvación de Cristo", "que se resisten a abrir sus corazones a la Palabra de Dios".
El Papa exhortó a los católicos a la evangelización: "¡Sed testigos ardientes, con entusiasmo, de la fe que habéis recibido! Haced brillar por doquier el rostro amoroso de Cristo, especialmente ante los jóvenes que buscan razones para vivir y esperar en un mundo difícil".
"Queridos hermanos y hermanas, os invito por tanto a fortalecer vuestra fe en Jesucristo mediante una auténtica conversión a su persona. Sólo Él nos da la verdadera vida, y nos libera de nuestros temores y resistencias, de todas nuestras angustias".
"Que Jesucristo os dé a todos la fuerza para vivir como cristianos y tratar de transmitir con generosidad a las nuevas generaciones lo que habéis recibido de vuestros padres en la fe. Que el Señor os llene de su gracia", concluyó.