Miles de fieles y peregrinos se dieron cita en el mediodía del domingo 10 de Abril en la Plaza de San Pedro para rezar el Angelus con el Papa Benedicto XVI, quien señaló que el pecado genera la muerte espiritual que amenaza con arruinar la vida del hombre.
"La muerte representa para nosotros un muro que nos impide ver más allá; sin embargo nuestro corazón está volcado hacia el más allá, y si bien no podemos conocer lo que este esconde, lo pensamos, lo imaginamos, expresando con símbolos nuestro deseo de eternidad", dijo el Pontífice.
El Papa habló de la resurrección e hizo notar como la "aspiración ancestral del hombre por ser sepultado con sus padres es una anhelo de una 'patria' que lo acoja al final de las fatigas terrenas".
"Entre los cristianos, la fe en la resurrección y en la vida eterna se acompaña no raramente por tantas dudas, tanta confusión, porque se trata de una realidad que sobrepasa los límites de nuestra razón y exige un acto de fe".
Reflexionando sobre el Evangelio del día, el Santo Padre afirmó que "Cristo derrumba los muros de la muerte, en Él habita toda la plenitud de Dios, que es vida, vida eterna. Por esto la muerte no tiene poder alguno sobre Él; y la resurrección de Lázaro es el signo de su pleno dominio sobre la muerte física, que frente a Dios es como un sueño".
Benedicto XVI resaltó asimismo la existencia de otra muerte, que al mismo Cristo "costó una lucha aún más dura: la muerte espiritual, el pecado, que amenaza con arruinar la existencia de cada hombre. La resurrección de Cristo no es el regreso a la vida precedente, sino la apertura a una nueva realidad, una nueva tierra que está unida al Cielo de Dios".