O es un despiste muy grande, o es un desafío al Papa. Y nada menos que en "L’Osservatore Romano", como puede comprobar cualquier lector.
El domingo 3 de Octubre, "L’Osservatore" publicó un artículo de Vincent Nichols, arzobispo de Westminster y presidente de la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales, en el que analiza el viaje del Papa a Gran Bretaña, con el título "Una agenda para la Iglesia del Reino Unido".
El problema es que lo que Nichols entendió parece una versión muy, muy recortada de las instrucciones papales. Da la sensación, especialmente, que no prestó atención en su encuentro de despedida con los obispos, en Birmingham, cuando habló de la lucha pro vida, la nueva evangelización y la acogida de los anglocatólicos, temas que para Benedicto XVI son prioritarios.
Para Nichols, "el Papa ha fijado una nueva agenda para la Iglesia", que consiste, según el británico, en "hablar de la fe" con "cortesía, sensibilidad y disponibilidad a decir cosas difíciles con claridad y razón". Un segundo elemento que entendió es "testimoniar la belleza de la santidad, el esplendor de la verdad", cosa que, para él, se hace sobre todo con belleza en la liturgia y oración silenciosa (como en "el profundo silencio de 80.000 personas en oración ante el Santísimo en Hyde Park: el silencio es oro"). El tercer elemento que entendió fue la predicación del Papa sobre el misterio de la Cruz y el dolor de Cristo. Y, por último, afirma que "el Papa nos ha dejado una agenda de mayor cooperación con las autoridades públicas", en temas como "la disminución de la pobreza y la mortalidad materna, la tutela del medioambiente, la educación primaria en países pobres…"
Es cierto que el Papa habló de todo eso en su viaje. Pero cuando se dirigió a los obispos para dejarles una hoja de ruta, les pidió cosas muy concretas que Nichols ni siquiera menciona y parece ocultar, quizá incluso con actitud desafiante al no darse por enterado en su artículo de "L´Osservatore".
La verdadera "hoja de ruta", mutilada
Así, dos horas antes de despegar hacia Roma, Benedicto XVI dijo a los prelados ingleses, con fama de poco fervorosos a la hora de evangelizar:
"He percibido con claridad la sed profunda que el pueblo británico tiene de la Buena Noticia de Jesucristo. Dios os ha escogido para ofrecerle el agua viva del Evangelio, animándolo a poner su esperanza, no en las vanas seducciones de este mundo, sino en las firmes promesas del mundo venidero. Al anunciar la venida del Reino, con su promesa de esperanza para los pobres y necesitados, los enfermos y ancianos, los no nacidos y los desamparados, aseguraos de presentar en su plenitud el mensaje del Evangelio que da vida, incluso aquellos elementos que ponen en tela de juicio las opiniones corrientes de la cultura actual. Como sabéis, he creado recientemente el Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización de los países de antigua tradición cristiana, y os animo a hacer uso de sus servicios al acometer vuestras tareas. Además, muchos de los nuevos movimientos eclesiales tienen un carisma especial para la evangelización, y sé que continuaréis estudiando los medios apropiados y eficaces para que participen en la misión de la Iglesia".
Y después añade el Papa en ese discurso de Birmingham:
"Me gustaría hablar con vosotros acerca de dos cuestiones específicas que afectan a vuestro ministerio episcopal en este momento. Una de ellas es la inminente publicación de la nueva traducción del Misal Romano. [...] Esto servirá de gran ayuda a los católicos de todo el mundo de habla inglesa. Os animo ahora a aprovechar la oportunidad que ofrece la nueva traducción para una catequesis más profunda sobre la Eucaristía y una renovada devoción en la forma de su celebración. El otro asunto lo abordé en febrero con los Obispos de Inglaterra y Gales, cuando los invité a ser generosos en la aplicación de la Constitución Apostólica Anglicanorum Coetibus. Esto debería contemplarse como un gesto profético que puede contribuir positivamente al desarrollo de las relaciones entre anglicanos y católicos."
Defensa de los no nacidos, Nueva Evangelización, recurrir a los nuevos movimientos, acoger con generosidad a los anglocatólicos que vuelven a Roma, usar la nueva traducción (mejorada) del Misal Romano… todos son temas de tremenda importancia que el Papa quiso dejar claros antes de partir y que Nichols, máximo jerarca de la Iglesia en Inglaterra, ni siquiera menciona.
¿De qué sirve que el Papa, con las dificultades de su avanzada edad, emprenda un duro viaje con una costosa logística, si sus obispos ni siquiera prestan atención a sus directrices o meten "tijeretazo" a su hoja de ruta?