El Papa beatificó al Cardenal Newman: Vida cristiana es llamado a la santidad
En la multitudinaria misa a la que concurrieron cerca de 70.000 personas a pesar de la mañana lluviosa y desapacible en la que beatificó al Cardenal John Henry Newman, el Papa Benedicto XVI explicó el domingo -19 de Septiembre- que el lema de este sacerdote "cor ad cor loquitur" (el corazón habla al corazón), "nos da la perspectiva de su comprensión de la vida cristiana como una llamada a la santidad, experimentada como el deseo profundo del corazón humano de entrar en comunión íntima con el Corazón de Dios".
Tras expresar su profundo gozo porque el Cardenal Newman ha sido declarado beato y luego de recordar que también se recuerda el 70º aniversario de la Batalla de Bretaña realizada en 1940, el Santo Padre señaló que Inglaterra tiene una larga tradición de santos como San Beda, Santa Hilda, San Aelred, el Beato Duns Scoto, entre muchos otros.
"En el Beato John Newman, esta tradición de delicada erudición, profunda sabiduría humana y amor intenso por el Señor ha dado grandes frutos, como signo de la presencia constante del Espíritu Santo en el corazón del Pueblo de Dios, suscitando copiosos dones de santidad", dijo.
Seguidamente indicó que el lema del Cardenal Newman, "el corazón habla al corazón", también "nos recuerda que la fidelidad a la oración nos va transformando gradualmente a semejanza de Dios. Como escribió en uno de sus muchos hermosos sermones, ‘el hábito de oración, la práctica de buscar a Dios y el mundo invisible en cada momento, en cada lugar, en cada emergencia –os digo que la oración tiene lo que se puede llamar un efecto natural en el alma, espiritualizándola y elevándola. Un hombre ya no es lo que era antes; gradualmente... se ve imbuido de una serie de ideas nuevas, y se ve impregnado de principios diferentes’".
El Papa explicó luego que el Beato John Henry Newman enseñó con su vida que Dios tiene una tarea específica para cada uno, un "servicio concreto" confiado siempre a cada cual de manera particular: "Tengo mi misión’, escribe, ‘soy un eslabón en una cadena, un vínculo de unión entre personas. No me ha creado para la nada. Haré el bien, haré su trabajo; seré un ángel de paz, un predicador de la verdad en el lugar que me es propio... si lo hago, me mantendré en sus mandamientos y le serviré a Él en mis quehaceres’".
Benedicto XVI indicó también que "el servicio concreto al que fue llamado el Beato John Henry incluía la aplicación entusiasta de su inteligencia y su prolífica pluma a muchas de las más urgentes ‘cuestiones del día’. Sus intuiciones sobre la relación entre fe y razón, sobre el lugar vital de la religión revelada en la sociedad civilizada, y sobre la necesidad de una educación esmerada y amplia fueron de gran importancia, no sólo para la Inglaterra victoriana".
"Hoy también siguen inspirando e iluminando a muchos en todo el mundo. Me gustaría rendir especial homenaje a su visión de la educación, que ha hecho tanto por formar el ethos que es la fuerza motriz de las escuelas y facultades católicas actuales. Firmemente contrario a cualquier enfoque reductivo o utilitarista, buscó lograr unas condiciones educativas en las que se unificara el esfuerzo intelectual, la disciplina moral y el compromiso religioso".
Al hablar de la formación de los profesores de religión, el Papa Benedicto recordó nuevamente algunas de las palabras del Cardenal al respecto: "quiero un laicado que no sea arrogante ni imprudente a la hora de hablar, ni alborotador, sino hombres que conozcan bien su religión, que profundicen en ella, que sepan bien dónde están, que sepan qué tienen y qué no tienen, que conozcan su credo a tal punto que puedan dar cuentas de él, que conozcan tan bien la historia que puedan defenderla" y pidió la intercesión del nuevo beato por quienes trabajan en la enseñanza y la catequesis."
En la parte final de su homilía el Papa hizo una reflexión sobre la vida como sacerdote del Cardenal Newman, quien tenía una visión profundamente humana del ministerio sacerdotal que él mismo vivió "en sus desvelos pastoral por el pueblo de Birmingham, durante los años dedicados al Oratorio que él mismo fundó, visitando a los enfermos y a los pobres, consolando al triste, o atendiendo a los encarcelados. No sorprende que a su muerte, tantos miles de personas se agolparan en las calles mientras su cuerpo era trasladado al lugar de su sepultura, a no más de media milla de aquí".
Al concluir, el Papa Benedicto XVI elevó una oración a Dios del Cardenal Newman como acción de gracias y expresión de la alegría de los miles de fieles presentes: "Sea alabado el Santísimo en el cielo / sea alabado en el abismo / en todas sus palabras el más maravilloso, el más seguro en todos sus caminos".