Son universitarios que crearon hace tres años la Fundación Caminos. El objetivo es que los adolescentes no abandonen la escuela. En este momento apadrinan a 100 familias numerosas de asentamientos carenciados de Buenos Aires.

Soledad Ulloa, presidente de esta entidad, recibió a la cronista y le detalló: "Elegimos trabajar con los adolescentes porque es una etapa compleja y nos gustan los desafíos; por otro lado, comprobamos que hay muy pocas ONG que trabajan con adolescentes y es que no es nada fácil. Está el tema de la delincuencia, la droga, el embarazo no deseado... pero sentimos la necesidad de hacer algo y no nos detuvimos hasta lograrlo. Hoy, a poco más de tres años de esta decisión, estamos muy organizadas, trabajamos con ciento veinte chicos y tenemos bastantes socios, padrinos y voluntarios. Además de los profesionales, a quienes les pagamos, porque estamos convencidas de que el trabajo social tiene que ser remunerado".

Soledad, con ojos claros que se humedecen cuando habla de "sus chicos", reconoce haber crecido entre algodones y cuenta que, al principio, pocos entendían su vocación: "Me crié en San Isidro, hija de un escribano y una maestra jardinera. Una familia divina, una infancia feliz. Pero siempre me perturbó ver gente pidiendo limosna, chicos deambulando, en fin... No es raro; supongo que a muchos les sucede lo mismo, pero yo no quería quedarme toda la vida con esa angustia e impotencia". Por eso, después de terminar el magisterio (primero pensó en ser maestra rural), siguió la carrera de trabajo social. "¿Mis padres? No se horrorizaban –rememora- pero me decían: ¿Para qué? Vas a terminar en un escritorio repleto de papeles. La cosa es que me animé y hoy estamos todos felices. Mamá se enganchó muchísimo, incluso me acompaña a los barrios".

En Junio del año pasado, cuando lanzaron el Plan Alimentario y Escolar, eran once las familias beneficiarias. Ahora ya llegaron a 100, y esperan que en el 2007 sean ciento treinta. Una de estas familias es la de José Olmos. El hombre tiene 75 años y convive con su mujer, su hijo, su nuera y los cuatro nietos en un barrio carenciado del Bajo Boulogne, invitado por Soledad se sumó a la charla asegurando: "Es muy importante lo que hacen estos jovencitos. Y es muy necesario también, porque ayudan a que las cosas sean un poco más fáciles para todos; para nosotros es prioridad la escuela, yo siempre les digo a los chicos que sin el estudio no se logra nada, incluso para los que tienen título es complicado, así que para el que no estudia en realidad es como si no fuera nadie, además, nos ayuda mucho que nos den comida, ropa y útiles, cosas que nosotros no podríamos comprar y asegura con emoción, pero lo más importante, es que ellas nos dan todo con tanto cariño y amor que es como si fuera el doble".

El interés de estos estudiantes universitarios estaba puesto en brindar oportunidades educativas a adolescentes de bajos recursos, que vivieran en zonas desprotegidas como, por ejemplo, las villas.

Trabajar con adolescentes, edad sumamente conflictiva, permitiría realizar un trabajo preventivo para poder armar un proyecto de vida a futuro con mayores perspectivas de concretarlo. Luego de muchas charlas de café, decidieron llevar adelante un emprendimiento propio, que ahora es Caminos Nuevos y para ello, realizaron relevamientos en barrios pobres. Allí fueron muy bien recibidas por las organizaciones de base que ya funcionaban en cada barrio, hecho que les permitió comenzar a realizar un trabajo en conjunto. También encontraron madres y chicos que tenían muchas ganas de salir adelante, y que las vienen acompañando desde entonces en este gran proyecto.

-> Martha Schmidt