Sebastián Prillo, 17 años, estudiante del Colegio St Johns de Martínez, ganó una medalla de bronce en la Olimpíada Internacional de Matemática que se llevó a cabo en la República de Kazakhstány, el mismo alumno, recibió mes pasado, una medalla de plata en la Olimpíada Iberoamericana.
En el año en curso se desarrollaron dos Olimpíadas Internacionales de Matemática. En un caso, el escenario fue la distante República de Kazakhstán, en Asia central; en el otro, fue la vecina República del Paraguay; en ambas participaron alumnos de la enseñanza media. En las dos ocasiones, participaron con éxito alumnos argentinos.
En efecto, siete alumnos de nuestro país fueron premiados por el acierto con que resolvieron los problemas planteados, en algunos de los cuales se puso a prueba su aptitud creativa para solucionar de distinto modo una misma cuestión y, en otros, por llegar a respuestas satisfactorias a través de una elaboración colectiva.
Los estudiantes que se hicieron acreedores a medallas por los méritos de su actuación fueron Sebastián Prillo, del Colegio St Johns de Martínez, Franco Assenza, alumno de la EEM Nº 331 de Santa Fe; Juan Manuel Cufré, perteneciente al Colegio San Antonio, de San Andrés de Giles; Carolina González, alumna del Instituto Politécnico Superior de Rosario; Miguel Maurizio, de la Escuela Técnica Nº 8 de Morón; Alfredo Unfurer, del IEAE Nº 5 de Misiones y Ariel Zylberg, de la Escuela Ort Nº 1 de la ciudad de Buenos Aires.
Los alumnos fueron acompañados por los profesores Juan Carlos Pedraza, Flora Gutiérrez, Juan Carlos Dalmasso -director de la Olimpíada Matemática Argentina (OMA)- y Patricia Fauring, presidenta del Comité Olímpico de la OMA.
Los jóvenes premiados fueron recibidos por el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, doctor Lino Barañao, quien manifestó su apoyo a este tipo de competencias, que atraen a los estudiantes y fomentan, de ese modo, las vocaciones científicas.
Los logros alcanzados por nuestros estudiantes secundarios poseen un valor presente y digno de elogio y un valor futuro por lo que prometen, y porque señalan un camino que es preciso recorrer para revertir un proceso en el que nuestro país viene perdiendo posiciones de manera clara debido a una caída evidente en el nivel de educación en general que reciben los alumnos argentinos, manifestada en los pobres resultados que obtienen en los operativos nacionales de evaluación educativa.
Los galardones obtenidos en las olimpíadas a las que nos referimos confirman, una vez más, la gravitación de las auténticas motivaciones que alimentan el esfuerzo y la energía intelectual y demuestran cuánto se puede hacer para avanzar aún cuando las condiciones en que se desarrolla la educación disten de ser las más favorables.