A fines del siglo XIX y principios del XX fueron apareciendo pequeños tambos. Con el aumento de la población se hizo necesario el reparto de leche a domicilio. Así fue como algunos vascos que se encontraban en el país y otros criollos comenzaron a dedicarse a esta tarea.
Recorrían los domicilios entregando la leche, que era ordeñada al pie de la vaca. Usaban un jarro de litro y entregaban la leche al vecino, que los esperaba con su recipiente. La leche era buena, ya que provenía de animales sanos y bien alimentados.
El tambero usaba su vestimenta típica (bombacha, botas, camisa, delantal blanco y una gran capa impermeable para cuando llovía), complementándola con un gran sombrero de alas muy anchas que lo protegían del sol y de las lluvias. Mencionaré algunos pioneros en esta actividad:
En la actual calle Florencio Varela y Sarandí, cerca de la avenida Centenario, se encontraba un pequeño tambo de propiedad del Sr. Alonso.
Por las calles Florencio Varela y España, próximas a la avenida del Libertador, estaba el lechero al que llamaban Rafael.
En las calles Neyer y Sucre estaba el Sr. Lavandeira, que era muy conocido.
Más al centro de Beccar hacia la avenida Andrés Rolón estaba el tambo de Olivares, a la altura de la calle Neyer al 700.
El Sr. Oruzú fue el primero que recorrió los domicilios con sus vacas y después lo hizo vendiendo la leche que portaba en tarros, en su carro, cuando las condiciones eran diferentes.
Otro tambero fue el conocido como "el español", quien recorría con sus vacas los domicilios.
El Sr. Pedro Zita, en 1924, recorría la zona. Su domicilio estaba cerca de la avenida Andrés Rolón y la calle Uruguay, y alquilaba un pequeño predio de la familia Sauce.
Santamore, sobre la calle Uruguay entre la avenida Andrés Rolón y la calle Sucre, tenía vacas de raza chica de color marrón, y repartía la leche en la zona de Beccar y Victoria.
El vasco Abertura, en la calle Florencio Várela hacia Washington, recorría con sus vacas los domicilios, principalmente por San Isidro. Los terrenos donde estaba instalado el tambo habían pertenecido a Mercedes Márquez, Isidoro Márquez y María del Rosario Márquez. Cuando estas tierras se venden en 1930, uno de sus compradores es la familia Astarloa.
Después de la década de 1930, a las 10 de la mañana iba llegando el tren a las estaciones, lo que modificó todo el sistema de venta de leche. Se recibía principalmente en las estaciones Victoria, Beccar, San Isidro. La leche provenía de Capilla del Señor, Cardales, Zelaya, Matheu y Garín, lugares casi todos con tambos. Llegaba a la estación enfriada en grandes tarros metálicos, con las tapas numeradas y precintadas con diferentes colores para su individualización.
Los lecheros llevaban en sus cajas los tarros y luego la pasaban a otros más chicos que instalaban en sus carros, en huecos especiales.
Una disposición de 1940 obligó a vender la leche en botellas. Así se crearon en la Zona Norte dos usinas: una en San Isidro, en la calle Alsina, llamada "Santa Elena", y la otra en San Fernando, llamada "Ulich". Dada las proximidades de esta última con Beccar, los lecheros también vendían en la zona, y además efectuaban el reparto de barras de hielo, utilizando heladeras de madera.
La Martona fue recibida por el pueblo con complacencia, ya que fue uno de los primeros negocios de productos lácteos. Se encontraba en un local que se alquilaba a la familia Yuvati, en la avenida Centenario casi Gervasio Posadas.