María de Todos los Santos Sánchez de Velazco, reducida habitualmente a Mariquita Sánchez, nació en Buenos Aires el 1 de Noviembre de 1786, en la calle Florida en el hogar de sus padres, el afortunado granadino, alcalde y regidor del Cabildo, don Cecilio Sánchez de Velazco y doña Magdalena Trillo.
Don Cecilio Sánchez de Velazco había comprado su quinta de San Isidro (*) a los herederos de Pedro de Olivares, extensión que anteriormente había formado parte de las "Tierras del Santo". Con tal motivo, desde su niñez, MariquitaSánchez habitó alternadamente aquella casona en lo alto de la barranca, con la otra de la calle Florida 273 de Buenos Aires.
Ya adolescente Mariquita inició un romance con el alférez de fragata Martín Jacobo Thompson, con gran oposición de su padre que le tenía previsto otro candidato que gozaba de su preferencia. No obstante estos difíciles comienzos la niña no cejó en sus intenciones, lo que le valió que su progenitor la confinara en su quinta de San Isidro, a la que también se llegaba el impetuoso Thompson para mantener con ella secretos encuentros.
Descubierto el juego, don Cecilio Sánchez de Velazco terminó por recluirla en la Santa Casa de Ejercicios de Buenos Aires. Luego de cuatro largos años de oposición —disenso mediante—, fallecido ya el irreductible don Cecilio, los perseverantes novios pudieron contraer matrimonio el 29 de julio de 1805.
Fueron hijos de este matrimonio: Clementina (1807), Juan (1809), Magdalena (1811), Florencia (1812) y Albina (1815).
A poco de casada Mariquita debió soportar las desazones provocadas por la valerosa actuación de su marido durante las Invasiones Inglesas.
Mariquita Sánchez de Thompson pronto demostró ser una mujer a quien, al margen de sus ocupaciones familiares, le preocupaban los asuntos públicos, tema vedado a la esfera femenina por aquel entonces en la pacata sociedad virreinal.
El 22 de Mayo de 1810, Thompson fue uno de los cabildantes que participaron pronunciándose por la independencia, donando poco después 3 onzas de oro para equipar la expedición auxiliadora al Alto Perú.
Respondiendo a sus inquietudes culturales Mariquita abrió las puertas de sus salones recibiendo a intelectuales, científicos y extranjeros ilustres que descubrieron en la anfitriona una personalidad seductora y de singular ilustración.
A su salón concurrieron Liniers, Pueyrredon, SanMartín, Alvear, Balcarce, Sarratea, Rivadavia, Brown, fray Cayetano Rodríguez, Esteban de Luca, Vicente Lópezy Planes y Blas Parera, éste último —según la tradición— fue quien hizo escuchar por primera vez las estrofas del Himno Nacional en una de aquellas veladas.
Martín J. Thompson debió ausentarse del país para representarlo ante el gobierno de los Estados Unidos de América, embarcándose el 8 de Febrero de 1816. Fracasada su misión fue destituido en 1817 -según se afirmó- por la venta de patentes de corso en blanco y excederse en sus comisiones, falleciendo el 23 de Octubre del mismo año en alta mar en su viaje de regreso.
Mariquita Sánchez, en estado de viudez, comenzó una nueva vida social, siendo una de las fundadoras de la Sociedad de Beneficencia, ocupando los cargos de secretaria y presidenta de esa benemérita institución.
En 1820 contrae segundas nupcias con el cónsul general de Francia, Washington de Mendeville. Su amistad y coincidencias políticas con Rivadavia hicieron que colaborara entusiastamente con sus ideas e iniciativas, trabajando activamente para establecer las primeras escuelas para mujeres. Al respecto rescatamos estos conceptos de la carta que le enviara a su amigo, Esteban Echeverría: "Si en todas partes es difícil la educación de la mujer, entre nosotros y en la actualidad es más difícil aún, y lo mas triste es que nadie educa a los hombres". ¡Así se las traía doña Mariquita!. Tal vez por ello fuera que su esposo Mendeville la abandonara desde 1835 buscando refugio en Francia de donde nunca más regresó.
Llegada la época en que los destinos del país estaban en manos de don Juan Manuel de Rosas, doña Mariquita Sánchez de Mendeville debió emigrar a Montevideo, donde vivió 13 años colaborando con los proscriptos en su campaña opositora que desde el exterior le hacían al régimen federal. Luego del triunfo de Caseros regresó al país, reabriendo sus salones, donde reunió nuevamente a los intelectuales de su época, a la vez que se desempeñaba como inspectora de la Escuela Normal.
Dueña de una cultura sobresaliente para aquellos tiempos, mantuvo una nutrida correspondencia con EstebanEcheverría, Juan Bautista Alberdi, Juan María Gutiérrez, siendo autora de unas memorias y poesías que aún no han sido publicadas, lo que le valió que Echeverría la distinguiera con el apodo de "Corina del Plata". Sus últimos años transcurrieron en la quinta de San Isidro, la que fraccionó para facilitar la urbanización del pueblo, "donando al municipio las principales calles".
María de Todos los Santos Sánchez de Mendeville falleció en San Isidro el 23 de Octubre de 1868 a los 83 años de edad y sus restos descansan en el cementerio de la Recoleta.
El Museo Histórico Nacional conserva su retrato ejecutado por M. Rugendas en 1845. Sus cartas fueron difundidas por Antonio Dellepiane en su obra "Dos patricias ilustres", Juan Cruz Várela le dedicó una estrofa en su "Corona de Mayo" y el pueblo de San Isidro la recuerda como ilustre vecina con una calle que lleva su nombre.
Fuente: Bernardo Lozier Almazán
(*) En 2006, por legado de Horacio Beccar Varela, la propiedad pasó a dominio municipal y es sede del Museo, Biblioteca y Archivo Histórico Municipal. Desde 2007 es Patrimonio Histórico Nacional.