Habían pasado más de dos siglos desde que los Pagos de la Costa habían sido puestos bajo la tutela de San Isidro Labrador cuando, el 12 de Octubre de 1928, el intendente municipal Ernesto de las Carreras y el cura párroco Agustín Allievi solicitaran al Embajador del Reino de España, a la sazón Ramiro de Maeztu, su intervención para que la Madre Patria donara una reliquia del Santo Patrono.
La gestión de aquel ilustre Embajador obtuvo la respuesta deseada, mediante la gestión de S. M. Alfonso XIII ante las autoridades eclesiásticas, que autorizaron la extracción de un pequeño trocito de la tibia del Santo, que luego fue engarzado primorosamente en un artístico relicario de oro y piedras preciosas.
Fue por ello que, el 6 de Octubre de 1929 el pueblo de San Isidro se preparaba para recibir las reliquias del santo labriego. Así fue como el templo parroquial, la plaza y la calle San Martín (actual Del Libertador) presentaban un magnífico aspecto, adornadas con gallardetes, guirnaldas, banderas, flores y palmas.
Mientras tanto, en Buenos Aires, luego de entonar la Marcha Real española y el Himno Nacional argentino, una enorme caravana de automóviles y autobuses partía desde la Embajada del Reino de España, encabezada por su Embajador, Ramiro de Maeztu, conduciendo las reliquias del Santo.
A las cuatro y cuarto de la tarde, las campanas de la parroquia fueron echadas a vuelo anunciando a los fieles el arribo de la comitiva que, al acorde de la Marcha Real, llegó al atrio del templo para hacer entrega solemne de la reliquia contenida en una artística teca que fue recibida por el cura párroco Agustín J. Allievi.
El acto culminó con los discursos de Ramiro de Maeztu, el Canónigo de la Catedral de La Plata, monseñor José Barreiro, seguido en la palabra por Ernesto de las Carreras, quien cerró de esta manera tan emotivo acto.
[Fuente: "Nueva reseña histórica del Partido de San Isidro", de Bernardo Lozier Almazán]