En tiempos en los que los destinos del país estaban en manos de Roque Sáenz Peña, San Isidro vivía gestos de solidaridad de parte de vecinos que sumaban para una sociedad mejor.
El doctor Jorge Saavedra donaba dos mulas para el tranvía del bajo, los hijos menores del Dr. Francisco Obarrio dotaban al hospital del pueblo de una mesa de operaciones, los vecinos Martinelli, Peluffo, Sambucetti, Ciapessoni, Grottini y Bruno donaban 10.000 ladrillos cada uno para finalizar el cementerio, Victoria Aguirre donaba $500 para ayudar al financiamiento del tranvía que iba a Santa Rita, y don José Testorelli colocaba el reloj floral de la plaza Mitre.
Una época en que atentos a la crisis que repercutía en las clases media y baja, afloró finalmente la idea de vender en algún lugar alimentos a bajo precio.
Nos decía el doctor Adrián Beccar Varela: "La carestia en los artículos de consumo y la necesidad de echar las bases sobre un mercado futuro, nos indujeron a iniciar la organización de ferias francas y periódicas en el terreno municipal situado en la calle Cosme Beccar, entre las de Ituzaingó y Brown". Era la primera feria de ese tipo que se pretendía establecer en la Provincia de Buenos Aires. Bajo la intendencia de Beccar Varela, y por medio del Inspector de Las Lomas, se inicia una propaganda entre los chacareros, camiceros y vendedores de aves, cuya concurrencia era necesario fomentar.
Con el concurso de la municipalidad de la Capital, que donó 16 mesas de hierro, se inauguró la feria en Junio de 1913, con más o menos veinte puestos, y con muy pocos clientes. Lentamente la feria adquirió un desarrollo tal, que fue necesario ocupar la totalidad del terreno municipal, con un total de 120 mesas. En esta situación y para asegurar el puesto a cada solicitante, a sugerencia de ellos mismos se fijó una suma para la ocupación de la mesa.
Con estos resultados se pensó seriamente en construir un verdadero mercado municipal, por ordenanza del 8 de Marzo de 1914 se resolvió la construcción de la obra que, sin contar el piso, tuvo un costo total de 6.884 pesos moneda nacional.
El piso fue construido por la administración, utilizándose para el contrapiso el escombro de una demolición del cementerio central; la oficina, baños y depósitos del mercado se hicieron con ladrillos, puertas, ventanas y tirantes que habían pertenecido a la capilla del cementerio y su casa aledaña. Manuel Ocampo donó 7.500 kilos de cemento, y María L. de Bellocq, 2.000 kilos más. En sintesis, solamente se había pagado la mano de obra. Los años fueron transcurriendo y las necesidades fueron otras.
En 1938 se inaugura en el mismo lugar el mercado General San Martín, modernísima construcción realizada durante la intendencia de don Ernesto de las Carreras, con un costo de 230.000 pesos.
En 1981 el mercado deja de ser municipal, se remata, pasa a manos privadas y luego se remodela sobre la estructura existente para dar paso a un centro comercial.
[Fuente: "San Isidro, algo de nuestro ayer", de Jorge Tirigall]
