El 9 de Julio de 1939, cuando era presidente de la Nación Roberto Marcelino Ortiz (53), se organizó la "Junta de Recuperación de las Malvinas", con la intención de promover en la población la causa Malvinas. Entre las acciones de aquella junta estuvo la de convocar a un concurso para seleccionar la mejor composición poética y musical que sirviera como marcha que honrara aquella porción de territorio nacional en manos extranjeras.
La Junta estuvo presidida por el jurista e historiador Pedro Antonio del Corazón de Jesús Gómez Langenheim (68), autor de "La tercera invasión inglesa" unos años antes, acompañado por Juan Carlos Moreno, Rodolfo Irazusta, Dardo CorvalánMendilaharsu, Rafael Jijena Sánchez, entre otras personalidades. Esta organización fue presidida en 1940 por el abogado y político Alfredo Lorenzo Ramón Palacios (62).
La Marcha de las Malvinas seleccionada fue la escrita por el crítico literario, conferenciante y profesor universitario Carlos Obligado junto al músico santafesino José Tieri y fue estrenada el 3 de Enero de 1941, cuando se cumplía un aniversario de la usurpación británica en nuestras islas y hubo una manifestación popular en repudio de aquel atentado a la soberanía argentina.
Desde 2017 esta marcha que emociona a cada argentino de bien es el himno oficial de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur (por ley provincial Nº 1.154).
Tras su manto de neblinas, no las hemos de olvidar. ¡Las Malvinas, Argentinas!, clama el viento y ruge el mar.
Ni de aquellos horizontes nuestra enseña han de arrancar, pues su blanco está en los montes y en su azul se tiñe el mar.
Para honor de nuestro emblema para orgullo nacional, brille ¡Oh Pampa!, en tu diadema, la perdida perla austral.
Por ausente, por vencido, bajo extraño pabellón, ningún suelo más querido; de la Patria en la extensión.
¿Quién nos habla aquí de olvido, de renuncia, de perdón? ¡Ningún suelo más querido, de la Patria en la extensión!
¡Rompa el manto de neblinas, como un sol, nuestro ideal, las Malvinas, Argentinas en dominio ya inmortal.
Y ante el sol de nuestro emblema, pura, nítida y triunfal, brille ¡Oh Patria!, en tu diadema, la perdida perla austral.