Antes del eficaz Sistema de Salud actual, la historia del primer Hospital de San Isidro: un parto difícil
Dice Adrian Beccar Varela en su libro "San Isidro, Reseña Histórica", que la Sociedad de Socorros había proyectado en 1883, bajo la presidencia de su madre, la construcción de una gran "Casa de Caridad" compuesta por dos asilos (uno para niñas y otro para ancianos) y un hospital, ubicados a lo largo de la calle Rio Bamba (hoy Primera Junta), sector años más tarde conocido como "Barrio del Mondongo" en la jerga de las murgas de carnaval.
El autor proporciona una serie de datos silenciando discretamente la parte oscura de la historia, sobre la cual sólo dice que "resistencias formales se hicieron también por parte de las autoridades locales y muchas fueron las señoras que se oponían a este paso trascendental, por considerarlo demasiado avanzado"; y que "el tercer pabellón era el destinado para Hospital" [...] pero "causas que no alcanzamos y pretextos que no se justifican, han hecho que este pabellón no se habilite" elegantes eufemismos que soslayan la confesión de una dura verdad sólo comprensible si se considera la ignorancia que en esos tiempos reinaba sobre los contagios que podría producir un hospital en su entorno.
Beccar Varela escribe esto en 1906 hablando de una obra iniciada en 1885. La historia que rehusa denunciar es la siguiente:
7 de marzo de 1885 - La Sociedad de Socorros comunica a la Municipalidad la construcción de una terna de edificios cuyo primer cuerpo destinaba a asilo de Niñas, con taller de capacitación, capilla, botica y consultorio. En el segundo cuerpo iba otro asilo, de Ancianos, y el tercer edificio era para hospital de Agudos, sin internación de infecciosos.
La nota se debatió en la Corporación Municipal, donde Miguel Marín se expresaba alegando "en nombre de la Municipalidad" su oposición al proyecto. "Que las damas pasen su nota al Consejo de Higiene de la Provincia", concluyo. Victorio Márquez salió en su apoyo. Fernando Alfaro se fue por las ramas señalando que "había seis camas para crónicos" sin aclarar donde (no había otro establecimiento sanitario más que un lazareto alquilado). Federico de las Carreras se reservó la opinión aduciendo no haber estudiado el tema.
12 de marzo de 1885 - El asunto toma temperatura. La Corporación decide consultar oficialmente a la Comisión de Higiene, pero lo hace induciendo a una respuesta negativa, en estos términos: "...debiendo prevenir que el terreno donde se trata de ubicar el establecimiento esta a la salida del pueblo, a 500 varas de la plaza, y en su mayor parte lo circundan edificaciones, siendo además lugar designado para la continuación del pueblo" [...] y "la orientación de ese terreno es al Norte del Pueblo, cuyos vientos son generalmente reinantes".
En espera de la respuesta de la Comisión de Higiene se intima a la Sociedad a paralizar la obra, que andaba por los cimientos.
Simultáneamente entran a la Municipalidad dos notas de distinto origen pero un mismo tenor. Una, firmada por un reducido grupo de vecinos desconocidos (para nosotros) que viven cerca de la obra, y otra, presentada por los notables del pueblo: ex municipales y futuros concejales, jueces de paz, alcaldes, funcionarios, políticos y propietarios como Enrique Tomkinson (h), Nicolás Granada (h), Pedro de Elia, Sebastián Bianchi, el doctor Manuel Pestaña, Juan Marín, Avelino Rolón, Luis E. Vernet, Marcelino Ugarte, etc. En total, 65 personalidades y acompañantes locales, de todo el Partido, que se oponen a la construcción del hospital.
Pero las damas de la Sociedad no se rinden y ordenan continuar la obra. Alegan que si el hospital no se construye, "los destituidos de todo recurso aquejados de enfermedad deberán continuar en el desamparo y el mal" y piensan que "con una casa construida adecuadamente para recibirlos se les podrán prodigar solícitos cuidados procurando cariñosamente para volverlos a la salud".
Una semana después de enviada la consulta municipal a la Provincia (¿velocidad histórica?) el Consejo de Higiene se manifiesta "en contra de los principios consagrados por la nueva Escuela Sanitaria (que da por conocidos) y estima poco oportuno tener un nosocomio cerca de un asilo por "las influencias nocivas que emanan siempre de una sala de hospital, no obstante las precauciones que se tomen".
Por toda respuesta las señoras invitan al Consejo de Higiene a la colocación de la piedra fundamental del establecimiento sanitario, cuyos cimientos ya están terminados e invocan de paso, la presencia del Arzobispo de Buenos Aires y del ministro de Gobierno de la Provincia para el acto, el domingo 12 de Abril.
Tampoco la Municipalidad se rinde ante tamaño desafío y el día anterior al señalado envía al sub-comisario Manuel Tirigall con una orden para paralizar la obra. Las damas firman el acta en disidencia por intermedio de la presidente y la secretaria de la Sociedad, María V. de Becco y Carlota Beláustegui, respectivamente.
Algo paso después de estos aprontes que no quedo registrado en los papeles pero que, indudablemente, torció el rumbo de la disputa, porque en una nota posterior a la colocación de la piedra fundamental la Comisión de Higiene desaprobó la actitud municipal de paralizar la obra afirmando que "quedaría incompleto y deficiente (el complejo) si en el mismo edificio no hubiera un departamento destinado a los enfermos del mismo" por lo cual resolvía:
1) Levantar la orden de suspensión dictada por la Municipalidad, pudiendo continuar la edificación en todas sus partes, sin limitación alguna y,
2) Cambiar la categoría de "Hospital" por la de "Enfermería".
Sin embargo, el eufemismo no fue suficiente para lograr la habilitación del hospital, que arrastró su apertura hasta el 13 de Junio de 1909, día en que fue final y solemnemente inaugurado. El asilo había sido inaugurado el 15 de Mayo de 1892.
Durante casi 40 años el hospital estuvo en manos de la Sociedad de Socorros, pero desde 1932 la Provincia empezó a abonar los sueldos del personal estable (un farmacéutico, cuatro enfermeras, dos lavanderas y un pintor). El 24 de Noviembre de 1948 la Provincia intervino la Sociedad (decreto N° 28.420) por razones públicamente no aclaradas y le retiro la personería jurídica. Cuatro anos después, el 4 de Julio de 1952, dio por finalizada la intervención destinando sus bienes a la Municipalidad (decreto 243) a la cual consignaba también la administración del hospital, que tras un par de años de continuadas prorrogas lo recibe definitivamente en 1955.
Así fue como el hospital tuvo un nacimiento difícil y un traspaso traumático.
Fuentes:
"La metamorfosis de San Isidro - 2. 1580-2004" (Pedro F. Kröpfl)
Museo, Biblioteca y Archivo Histórico Municipal "Dr. Horacio Beccar Varela"
(Foto: 1930)