Circularon en el Partido dos lineas de tranvías municipales. Ambas, muy modestas, arrimaban pasajeros a los ferrocarriles al tener recorridos transversales a las estaciones del tren.
La primera iba de la estación del Bajo (luego "San Isidro R") al Náutico y la segunda, de la estación del pueblo ("San Isidro C") a Santa Rita. Las dos líneas funcionaron independientemente entre 1914 y 1930, con recursos y vehículos elementales y cubriendo con gran esfuerzo sus servicios.
Las dos nacieron por inspiración del Dr. Adrián Beccar Varela, intendente de 1913 a 1915 cuyo primer logro en este tema fue la obtención de donaciones para poner en marcha los proyectos. Para el tranvía del Bajo -aprobado en la sesión del 29 de Diciembre de 1913 en el Concejo Deliberante, consiguió tres mil metros de rieles (de los cuales le sobraron dos mil para el segundo emprendimiento porque el tranvía del Bajo tenía una sola vía de un kilómetro de extensión) y el uso de los talleres de la Compañía Lacroze para la construcción del primer coche.
La línea era de trocha angosta, o sistema "decauville": apenas una zorra, tirada por una mula. El tranvía salía de la Estación tomando por la calle Tiscornia hasta proximidades del puerto actual, que entonces no existía, a unos 600 metros del punto de salida, y girando hacia la izquierda retomaba hacia al arroyo Sarandí cruzando dos puentes para llegar enseguida al punto terminal del recorrido.
Es indudable que esta línea fue construida para arrimar bañistas a la costa y para servir a la gente que iba al Náutico, porque la zona era entonces despoblada. En aquel sentido, el tranvía fue un éxito inmediato. Inaugurado en verano, época de gran asistencia al balneario, llegó a transportar pronto un promedio de más de 600 pasajeros los días domingo: una fantástica cifra para esos tiempos. En sus dos primeros meses de funcionamiento la Municipalidad contabilizó la venta de 6.015 boletos, a diez cada uno, que era el precio del viaje.
El tranvía circuló hasta 1927 y Ilegó a sumar cinco coches, algunos de ellos construidos en los talleres municipales y otros en los de Oreste Farina, el empresario mas adelantado del pueblo. En inviemo la falta de pasajeros obligaba a suprimir servicios, los cuales se suspendían del todo en los meses más crudos.
En sus últimos años el servicio se hizo insostenible y se canceló. En 1927 se remató todo el material y las mulas, que se guardaban en un terreno alquilado en el Bajo, pasaron al corralón.
-> Pedro Kröpfl Autor de "La metamorfosis de San Isidro - 2"