Cuando aún no se aplaca la pena por el incendio del Bristol, el cine Astro [Av. Santa Fe 1860, Martínez] ofreció su última función a poco de cumplir 77 años de su inauguración.
Tan sólo unas pocas personas fueron testigos, sin saberlo, de la proyección del 16 de Diciembre de 2009 que cerró un ciclo de intentos por evitar un final anunciado: las costumbres de la gente fueron variando y paulatinamente la sala ya no tenía público en sus funciones.
Cierra también, una época que incluyó toda una ceremonia personal y muchas veces familiar de ver películas y, en otros años, cantantes y orquestas.
"Hace 18 años que tendríamos que haber cerrado. No lo hicimos antes porque pensábamos con el corazón", había dicho Carlos Bentivogli, dueño del cine Astro, hijo de su fundador, Ido Bentivogli, señalando que la sala tenía deudas y cada vez menos espectadores, por lo que sufría importantes pérdidas financieras.
El Astro se inauguró el 23 de Marzo de 1933 con dos estrenos de la Paramount "sonoros y hablados": Silencio y El Retador.
El escenario de este cine fue testigo de la actuación de grandes valores de la talla de Carlos Gardel (que provocó una enorme concurrencia, al punto de que se permitió ingresar gente que disfrutó de la función de pie), Fernando Ochoa, Libertad Lamarque, Ignacio Corsini, Mercedes Simone, Pedro Vargas, Ortiz Tirado, entre otros.
En los años '40 no había un solo chico que se perdiera las continuadas de cowboys o una parejita que dejara pasar una película de amor. También estaban las comedias nacionales y, de a poco, llegaron los musicales de Hollywood.
Ir a los cines de barrio siempre fue una fiesta, hasta que las salas se fueron transformando en escenarios de pastores, bingos y jueguitos electrónicos. Entonces hubo que empezar a entrar a los shoppings y subir por las escaleras mecánicas para encontrar una pantalla.
El joven Ido Bentivogli, creador del Cine Astro, tuvo claro que con su oficio de sastre, heredado de su padre, le sería imposible lograr las metas e inquietudes que su polifacética imaginación e ímpetu adolescente se había propuesto en su ya incipiente vida empresaria.
Fue entonces cuando luego de descartar otros proyectos, entre ellos la instalación de una tejeduría, se decidió por la audaz aventura de levantar un cinematógrafo en pleno corazón del entonces pueblo de Martínez. Con su espíritu innovador y gran empuje personal pudo llevar a cabo tan ambicioso proyecto.
El cine Astro, único en su género, cumplía funciones de teatro y fue, también escenario de sus famosos "Grandes Bailes de Carnaval"; gracias al ingenioso mecanismo en que fue construido que, nivelando el piso de la sala mecánicamente y retirando las butacas, se convertía en salón de baile, contando conjuntamente con un techo corredizo.
El techo del cine se abría en las noches de calor y los chicos del barrio, se divertían embocando naranjas que caían sobre los desprevenidos espectadores.
Muchas son las anécdotas y los recuerdos que atesoran las paredes de esta sala, donde aún sin telón, accedió a debutar Azucena Maizani, impresionada por el entusiasmo del joven Bentivogli.
Ido contrae matrimonio con Irma Camuyrano el 23 de abril de 1938 y sus tres hijos Inés Lidia, María Cristina y Carlos Alberto, propietarios de las empresas Bentivogli e hijos, que dirigían los cines Astro y Bristol.
Los cines de barrio constituían, tal vez, el entretenimiento predilecto de sus vecinos. Entre los motivos del éxito que por esa época tenía el cine nacional, los especialistas destacan que usaba el lenguaje cotidiano del pueblo.
Este cine paseó la imagen porteña mitificada por todo el interior argentino. A través del cine se producía un nuevo fenómeno de comunicación. Por las pantallas, por primera vez, una masa creciente de espectadores pudo apreciar la presencia de los inalcanzables del teatro, la voz y la imagen de las orquestas que se oían por la radio, los cantores populares, el paisaje de los conventillos y los patios de Buenos Aires, poetizados por el teatro y las letras de tango.
El Astro de Martínez fue el último sobreviviente, ya que las salas de esta parte del conurbano, se transformaron en galpones abandonados, como el "Gran Delta" en Tigre, o el "Gran Virreyes", o en templos evangelistas, como el "Hispano" de San Fernando o el "Atlantic" de Olivos; o en centros culturales municipales, como el "York", en Vicente López.
Este paso al costado del último cine de barrio no borrará -sin duda- de la memoria de muchos las páginas que con entusiasmo y dedicación escribieron los Bentivogli.
[ El teatro Bristol fue consumido por un incendio