Del 13 al 31 de Mayo de 2007 se desarrolló la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe realizado en el Santuario de Nuestra Señora de Aparecida y que fuera inaugurado por el Papa Benedicto XVI. Luego de intensas jornadas de reflexión y oración se produjo el documento que iluminará la acción pastoral de la Iglesia católica en este Continente.
Este documento presentado al Santo Padre, conocido ahora como Documento de Aparecida, destaca la importancia central de la promoción de la familia como prioridad misionera para el Continente.
Con 192 menciones a la familia o aspectos de la vida familiar, el documento de la V Conferencia de Aparecida ha señalado que la promoción de la familia es una de las prioridades en la misión evangelizadora en América Latina. Es particularmente destacado el concepto de que la familia debe ser uno de los ejes transversales de toda acción Evangelizadora de la Iglesia (n.435). Con esto los obispos nos quieren decir que tenemos que dejar de ver a la familia como un objetivo de la acción pastoral y empezarla a ver también como un agente de esta acción.
Desde la introducción los Obispos latinoamericanos mencionan que la familia es un don cuya vigencia enriquece la realidad del continente. Más adelante se dirá que ‘la familia es el valor más querido por nuestros pueblos’ (n.435). Pero no lo deja como una expresión subjetiva, que ciertas corrientes modernas podrían tildar de caprichosa, sino que aclara muy bien: en las familias latinoamericanas se expresa particularmente la riqueza de la humanidad (n.6).
¡Cómo no alegrarse al descubrir que la Buena Nueva de Jesús tiene una concreción particular en la familia! Los obispos latinoamericanos hablan de la "buena nueva de la familia". A pesar de reconocer todas las dificultades actuales, el documento de Aparecida proclama con alegría que la familia es ‘uno de los tesoros más importantes de los pueblos latinoamericanos y caribeños’ (n. 114). Y las citas sobre la familia como escuela de fe nos obligarían a repetir todo el texto.
Asimismo, dentro de las líneas pastorales, el documento ha resaltado que la familia, respondiendo a su ser y su misión, es un poderoso instrumento de transformación social y eclesial (n. 432).
Se podría decir que el capítulo 9 es el más rico en contenido. Comienza con una afirmación categórica del valor del matrimonio entre un hombre y una mujer como bases de la familia. Continúa con una profunda reflexión teológica que nos ubica en que el origen de la realidad familiar está en la misma Trinidad. Pasa por una llamada de atención contundente sobre la defensa pública de los valores más entrañables de la propia familia (incluyendo un llamado enérgico a legisladores, gobernantes y profesionales de la salud).
Una nota particular merece la advertencia que los Obispos hacen sobre la "ideología de género", como uno de los presupuestos que debilitan y menoscaban la vida familiar. Escoger la orientación sexual sin tomar en cuenta las diferencias dadas por la naturaleza humana "ha provocado modificaciones legales que hieren gravemente la dignidad del matrimonio, el respeto al derecho a la vida y la identidad de la familia" (n.40)
Termina con una enunciación de 14 acciones concretas y específicas que son como una hoja de ruta para el despegue definitivo de la Pastoral Familiar en todo el Continente. Temas como la formación permanente, el diálogo con gobiernos, la paternidad responsable, la atención especial a matrimonios en situaciones irregulares, a huérfanos, a madres adolescentes y solteras, a hogares incompletos, entre otros.