Podríamos cuestionar esta rara costumbre de llamar a las cosas con palabras en otros idiomas, que lleva a decir que hay que "aggiornarse" (en lugar de actualizarse), o que vamos al "shopping" (no a un centro comercial), que el paseo será en "bus" (no en colectivo o micro), que un local tenga un cartel de "Sale 20% Off" (para indicar que los productos están a la venta con descuento), que la hamburguesa viene con "bacon" (no con panceta), que conviene elegir el pote "light" (no con menos calorías), que tal cantante surgió de un "casting" (no de una selección de postulantes), que andamos buscando "sponsors" (no patrocinantes), o que nos encantan los "comics" (no las historietas), pero eso podríamos abordarlo en otro momento.

Por lo pronto, el hostigamiento escolar es "cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada tanto en el aula, como a través de las redes sociales".

El acoso escolar es una forma característica y extrema de violencia escolar que lleva a que un chico reciba el maltrato sin que sus compañeros (aquellos que no lo están agrediendo) intervengan en su ayuda.

La víctima recibe distintas formas de abuso mediante agresiones verbales o físicas que lo van menoscabando psicológicamente, limitando las posibilidades de rebelarse para impedirlas.

Es por eso que el acosado busque excusas o se sienta mal para no ir al colegio. Suele mostrarse nervioso, triste y solitario en su vida diaria.

Una mirada más amplia

Cualquiera que se entere de los casos de "bullying", naturalmente se siente sorprendido y piensa lo peor de los agresores por solidaridad con la víctima. Se trata, sin dudas, de una situación grave ya que implica situaciones disfuncionales diversas.

Pero, sin pretender relativizar la culpa de los agresores, es interesante reflexionar cómo llegan estas personas a encontrar placer en esa cruel forma de dominación que establece el acoso y la violencia. Probablemente, vale imaginar, la agresión sea o haya sido parte del medio ambiente familiar donde se desenvuelven.

Por otra parte, las víctimas -a excepción de las que padecen algún síndrome que los limiten funcionalmente-, son niños que podrían ser chicos sanos psicológicamente, bien educados, pero carentes de herramientas o fortalezas que los lleven a rebelarse, buscar ayuda o denunciar a sus agresores.

En ambos casos, la familia, su dinámica, la forma en que se desenvuelve, sus valores, el respeto, son los elementos pueden favorecer que estas situaciones se produzcan.