No es la primera vez que lo publicamos. Estremece, emociona, empuja, interroga cada escrito que La Chata Solidaria envía sobre sus proyectos, sus hechos, sus desafíos.
"Nunca esperen poco de nosotros", la frase que acompaña la firma de cada crónica o pedido te lleva a pensar si es suficiente lo que uno hace en favor de los demás. Y no de los que están a miles de kilómetros, en el Impenetrable, sino a poca distancia, en el propio barrio, en la propia localidad, y necesitan ayuda. El mundo cambia cuando uno se compromete por el otro.
Como sea, Jerónimo Chemes, uno de los creadores de esta empecinada labor solidaria es quien relata. No hace falta más presentación. Lean y ojalá esté en vuestra posibilidad estremecerse y, principalmente, aportar algo para nuestros hermanos sumergidos en el olvido de muchos.
Ahí va:
El 2015 fue extenuante para La Chata Solidaria. Teniendo en cuenta lo duro que fue el año en general, sumado a varias bajas por motivos familiares insalvables y lo durísimo que resultó el viaje de Diciembre donde fueron la Azul y la pequeña Ranger, hicieron que hayamos terminado deshechos.
Porque el viaje es lo que ustedes ven, pero lo que no ven son los días previos, que te matan.
Llegamos a un nivel de cansancio que dormíamos en el piso de a ratos, porque ni Claudio ni yo podíamos seguir manejando en el barro.
Para colmo, como todos saben, faltando 30 kilometros para llegar, se quemó “la Petisa”
Los cuatro que fuimos llorábamos abrazados, mirándola quemarse, con los labios apretados de rabia.
Así terminó el 2015. Quedamos de rodillas.
Esto nos dejó, de cara a 2016, totalmente debilitados.
Nosotros hemos construido La Chata Solidaria, increíblemente apoyados en tres pick-ups de entre 30 y 45 años. Sí, leyeron bien: las más "nuevas" tienen más de un cuarto de siglo de paliza.
Primero la Verde, después la Azul, después la Gris y por último la pequeña Ranger, que sólo sobrevivió dos viajes.
La Verde la dimos de baja hace tiempo.
La Gris anda todos los días, pero después del vuelco y el choque contra el árbol, la carrocería esta partida y fuera de escuadra. Si bien anda, sometida a los golpes y torsión del Impenetrable, seguramente la carrocería saldría volando y nos quedaríamos con el chasis y el motor, como en los dibujitos animados. Claramente, la carrocería no está para viajar fuera de camino.
Y nos queda… la Azul. ¿Qué decir que ella? Ella es, digamos para ser claros, todo. El principal pilar de La Chata Solidaria es un vehículo de 30 años, cuya nobleza te saca lágrimas. Y es la única que queda operativa.
La Ranger quemada fue pagada en su totalidad por Provincia Seguros, que nos dona las pólizas y estuvieron a la altura de las circunstancias.
Fue reemplazada por una Ranger DC XL, pero 2.8 mecánica (no common rail). Es 4×4, modelo 2004. La conseguí milagrosamente con 160 mil kilómetros reales. Personalmente, no puedo asignar esta unidad a La Chata Solidaria ya que debo priorizar mi trabajo. A menos que sea una emergencia, la idea es que pueda trabajar para evitarme mayores pérdidas personales.
Entiendan que las chatas se usan para trabajar todos los días, y cuando se van, vuelven despedazadas y hay que pararlas para reparar. Ese tiempo es trabajo perdido para nosotros.
Esto nos dejaba con dos opciones:
1. Si salimos a pedir dinero para otra chata exclusiva para La Chata Solidaria, lo vamos a conseguir. Pero necesitamos alrededor de 100.000 pesos para otra Serie F americana 4×4. Hay una F250 4×4 igual a la Azul, pero vale 180.000 pesos. Cuando la vi se me hacía agua la boca, pero es demasiado.
2. Juntar dinero y direccionarlo en acciones. Queremos construir un jardín de infantes para los bebés del Impenetrable.
Hicimos números y debemos elegir entre juntar plata para la obra o comprar una pick-up para La Chata Solidaria. No se pueden las dos cosas.
Bueno, ya nos conocen: vamos a construir un jardín de infantes. Para ellos todo. Nosotros nos arreglamos.
Estamos en charlas con algunas automotrices, a ver si nos ayudan, pero no es fácil, dado que las condiciones de viaje de La Chata Solidaria son tan radicales que no podemos garantizar que las pick-ups vuelvan enteras. Es más, ni siquiera podemos garantizar que vuelvan.
Si no llegamos a nada, iremos con la Azul. Y nos arreglaremos.
Pero, como sea, lo vamos a hacer.
Este año haremos dos viajes al Impenetrable.
VIAJE DE MITAD DE AÑO
Iremos al colegio de siempre y les construiremos una sala para jardín de infantes. Además, queremos que tengan agua corriente para aseo general y limpieza, para lo cual debemos comprarles un grupo electrógeno chico y una bomba sumergible, para que puedan sacar agua para llenar el tanque. Actualmente usan un bombeador manual, que se rompe cada 20 días, como en la prehistoria. Sacar agua es tedioso y además peligroso, ya que el pozo está a 50 metros y de noche no se ve nada.
¿Por qué el jardín? Simple. En 2014 construimos el comedor y ellos solos, debido a la gran cantidad de niños pequeños que van a comer, “inauguraron” el jardín en un rinconcito del comedor. Cuando digo “rinconcito” es literal. Pero… nació un jardín. Gracias a que había un lugar y comida. Incluso tienen maestra y todo.
Entonces vamos a construir un ambiente más, para que sea un jardín hecho y derecho, como los que nuestros hijos tienen.
Un lugar decente, con espacio para que “jueguen en el rincón”.
Además llevaremos como siempre, 1.000 kilos de comida.
El costo aproximado de esta obra más el viaje es de 75.000 pesos con todo incluido.
Para este viaje juntaremos dinero y algunos elementos de obra. En Mayo o Junio publicaremos el pedido específico. No nos den nada todavía, por favor. Recuerden que no tenemos espacio para almacenar donaciones.
VIAJE DE FIN DE AÑO
A fin de año daremos nuestra clásica “vuelta casa por casa”, repartiendo donaciones en la mano de la gente y además nuevamente pasaremos por el colegio, para dejarles otros 1.000 kilos de comida.
Este viaje tiene un costo de 30.000 pesos, como máximo.
Para este viaje juntaremos dinero y donaciones puntuales de mercadería. En Noviembre saldrá el pedido específico. Tampoco nos den nada todavía.
ALLÁ VAMOS
Hoy tenemos a la Azul solamente. Pero sepan que si queda sola, estará a la altura (nuevamente) de lo que se espera de ella. Porque puede ir para arriba, para abajo, para izquierda o para derecha.
Pero hay un solo lugar donde jamás va a ir. Se llama “atrás”.
Somos La Chata Solidaria
Nunca esperen poco de nosotros.
Jerónimo Chemes
La Chata Solidaria