Los chicos que concurren a las clases de natación para preescolares (de 3 a 5 años) en los campos de deportes municipales de San Isidro festejaron el Día del Niño con juegos y actividades en la pileta del Campo Nº 4 de Martínez.
Con el objetivo de estimular a los niños para lograr su adaptación, equilibrio y confianza en el agua, los profesores dividieron la piscina en cuatro sectores con inflables en forma de tobogán, un rompecabezas gigante, castillo y laberinto.
"La idea es que los niños puedan festejar su día junto a sus familiares, que observan todo lo que aprenden en las clases de natación. Además, buscamos que los chicos de las diferentes localidades se puedan conocer e integrar a través de los juegos", explicó la coordinadora de la pileta del Campo de Deportes Nº 1, Roxana Sulzyk.
Todas las semanas, cientos de niños asisten a los natatorios municipales, con la finalidad de que logren ganar confianza en el agua y que a través de los juegos y la recreación puedan aprender a nadar. Los docentes, con técnicas relacionadas a la ambientación con el agua, buscan que sus alumnos incorporen herramientas de flotabilidad, apoyo y propulsión.
La natación es una de las más completas disciplinas deportivas, al trabajar todo el sistema muscular, el cardiorrespiratorio y la coordinación motriz. Y, mientras en otros deportes la probabilidad de sufrir lesiones es alta, en natación el riesgo es muy escaso.
En la tribuna del natatorio, Marta García de Martínez, expresó: "Es muy lindo, venimos todos los años a esta fiesta, que se realiza en un ambiente muy familiar. Dejo a mis nietos en el campo municipal con mucha tranquilidad por el cuidado que le brindan los profesores".
Al lado de su profesora, Dalma Giménez de 4 años contó que le encanta estar en el agua y que su juego favorito es el castillo inflable de la pileta.
"Es una idea muy linda juntar a los niños que asisten a los campos de deportes para que muestren lo que aprendieron. Es una experiencia única, le agradezco al Municipio por todo lo que hace por nuestros chicos", concluyó Sergio Pinto, vecino de Boulogne.