El SIC con presión y concentración, se impuso por 37-13 ante Hindú y trepó al 2º puesto. El CASi cayó ante Alumni por 40 a 27.
San Isidro Club arrasó en varios aspectos a Hindú y le propinó un cachetazo tan contundente en el tanteador como en el juego. ¿Es la diferencia que existe hoy entre el monarca vigente de la URBA y el campeón 2006-2009? No, claro.
Fue una gran tarde zanjera y un paso en falso del equipo del elefante. Pero es ineludible pensar en éste como en un proyecto de partido de playoffs. Bien podrían cruzarse en una semifinal o la final, aunque esa historia sería seguramente diferente. Y si bien los protagonistas no lo concibieron de esa manera, con las urgencias de un duelo eliminatorio, la categoría del rival sugería un encuentro de alta tensión y exigencia.
El SIC lo tomó así en cuanto a concentración y fuerza. Ejemplo temprano: Joaquín Domínguez interceptó una patada de la zona de retaguardia de Hindú a los dos minutos y huyó hacia el in-goal. El local atosigó al hasta ayer colíder del Top 14 con tackles por toda la cancha. En el ahogo, Hindú no se perdió, no renunció a su libreto: intentó jugar siempre, con las manos, con sombreros y con patadas largas. Pero no fallaba el guión; fallaba la cabeza y también el vigor. "¡Vamos! ¡Más intensidad!", demandó a los suyos Francisco Fernández Miranda antes de un scrum. El reclamo del Nº 9 no podía nacer de un diagnóstico más certero.
SIC se impuso en casi todos los rubros. Las formaciones fijas, las situaciones de contacto, las patadas -al touch, vía Federico Serra, y a los palos, mediante Benjamín Madero-, las pelotas sueltas... Apenas ese rato de la segunda mitad, aproximadamente entre los 18 y los 30 minutos, ofreció otro panorama.
La pelota y el territorio pasaron a ser patrimonio del visitante, que jugó como sabe hacerlo, con salidas rápidas, pases, fintas, juego de manos aun en acciones cercanas a su hache. Su lapso de esplendor, sin embargo, no fue más que eso: un cuarto de hora. Cuando se le pasó, volvió el SIC abrumador del resto del encuentro. Sostenido en forwards para los cuales la pelota fue carne para fieras, en backs despiertos y lúcidos y en los envíos del infalible Benja Madero. Y un símbolo: cerró el marcador como lo abrió, con un corte de pase de Marcos Rosasco y una escapada al try.