El SIC supo cuándo y cómo golpear en la primera etapa y vapuleó al envalentonado Pucará, al golearlo por 55 a 17 en la Zona A. CASI cayó ante Manuel Belgrano.
Los de San Isidro conocedores de sus virtudes, comenzaron aguantando los arrestos ofensivos de un rival que siempre quiso, pero nunca supo cómo. Así, facturó con el pie de Madero y dejó pasar esos momentos de zozobra que los de Burzaco no pudieron usufructuar por imprecisiones y producto de la incansable tarea de la tercera línea zanjera.
Sin embargo, cuando todo hacía presagiar que la marea roja se venía - amarillas a Bruzzone y Artese- el SIC sacó a relucir su mejor juego para golpear dos veces por intermedio de Joaquín Domínguez y Agustín Soiza -genial acción individual a puro cambio de paso- para de esta forma derribar anímicamente a su oponente.
A falta de seis minutos para el cierre, Francisco Roher rompió como un rayo por el centro de la cancha y dejó un lapidario 24 a 0 en la chapa. ¿Partido liquidado? Si bien todo hacía presagiar eso, no podía afirmárselo por la jerarquía de los hombres de la zona sur.
El comienzo del complemento fue la continuidad de lo que se exhibió en la primera parte, ya que Benjamín Madero explotó un agujero y estiró la ventaja a 31 puntos.
En ese instante emergió la vergüenza deportiva de un rival que lanzó a sus velocistas desde sus propias 22 y llegó en tres oportunidades a la zona roja mediante Leandro Urriza, Mauro Comuzzi -genial jugada de toda la cancha- y Federico Gandolfo para quedar 31 a 17 abajo.
Pese a la reacción, el campeón puso rápidamente las cosas en su lugar con otras conquistas de Marcos Rosasco y los dobletes de Roher y Madero que cerró a toda orquesta una actuación individual sobresaliente con 30 puntos de su propia autoría. Señores, este SIC es un culto a la efectividad y sólo deja margen para aplaudirlo de pie.