¿Y el local? Chocó una y otra vez contra la hermética defensa rival y encontró pocas veces caminos para marcar. Tampoco pudo apoyar y se conformó con un penal de Escobio.

Después del descanso, la Academia entró con las energías renovadas y un mandato claro: dejar la vida en cada pelota. Con esa premisa, fueron varios los que tuvieron que salir de la cancha temporalmente con cortes y sangre en sus caras y camisetas.

Poco pasó para que el CASI tuviera premio. A los tres minutos, sombrerito mediante, Nico Cotella puso quinta y apoyó el primer try del encuentro. Con pocas ganas de resignarse, Hindú le subió el voltaje a las revoluciones y el trámite se puso caliente durante algunos pasajes.

¿El resultado de este mix? Ambos jugando al mil por ciento; muchos tackles, mucha defensa, y algunos averiados del lado de San Isidro. El ejemplo cabal fue Juan Campero, figura de la cancha, que salió con un corte en la cabeza. Esa era la postal en Don Torcuato.

Para colmo el CASI no facturaba sus oportunidades y dejaba con vida nada menos que al último campeón del Nacional. El penal de Escobio le agregó emoción y suspenso. El local quedó a tiro de try. Entonces llegó la intercepción del Pampa Landajo, que liquidó el partido con una carrera solitaria desde mitad de cancha y sentenció el 20 a 6 definitivo.

Así, el Atlético conquistó Torcuato, cosa que no pasaba desde 2006. Además, cosa más rara aún, dejó zapatero a Hindú en el ingoal. Gran mérito a una defensa granítica y consecuencia de la etapa de transición que vive el elenco de Manasa Fernández Miranda y Lucas Ostiglia.