Semanas atrás un famoso diseñador de modas anunció su enlace -unión, connubio o como quiera decírsele a estas manifestaciones contranatura, menos matrimonio o casamiento- con la pareja homosexual que tiene hace años.
El personaje en cuestión sostuvo, con absoluto desparpajo y sin ningún tipo de miramientos, en declaraciones a la prensa vernácula y a quien lo quisiera escuchar que: "Es un avance muy importante para los derechos de los diferentes y de los gays… No quiero hacer sólo una fiesta de farándula, quiero que esto siente precedentes, demostrando que somos libres para amar y que podemos tener los mismos derechos que Dios nos dio al nacer a todos por igual… A mis cuarenta y nueve años me merezco ser feliz y hacer lo que mis ángeles piden y Dios manda, sin ningún prurito…” (Fuente: Infobae.com | 06.Jul.08)
De estas declaraciones, que no necesitan aclaración, podría colegirse que este as de la aguja y el dedal no entendió, como muchos otros que se manifiestan "políticamente correctos", que si Dios hubiese querido crear maricas lo hubiera hecho ya que tiene la potestad de crear absolutamente todo. Por otro lado hay que avisarle al Rey del Zurcido y del Ojal que los ángeles que él tiene se los presta Dios para velar por sus actos humanos, y que entre las huestes celestiales no hay maricas. Que no se confunda. Las caritas angelicales de los seres celestes no denotan mariconería, demuestran la belleza de Dios y la candidez e inocencia de los niños. La carita de modelos andróginos con los que se codea demuestran otra cosa, se llama lascivia.
Para ratificar lo dicho basta con releer las páginas del Génesis, primer libro del Antiguo Testamento: "Cuando el Señor Dios hizo la tierra y el cielo, aún no había ningún arbusto del campo sobre la tierra ni había brotado ninguna hierba, porque el Señor Dios no había hecho llover sobre la tierra. Tampoco había ningún hombre para cultivar el suelo, pero un manantial surgía de la tierra y regaba toda la superficie del suelo. Entonces el Señor Dios modeló al hombre con arcilla del suelo y sopló en su nariz un aliento de vida. Así el hombre se conviertion en un ser viviente." (Gen 2,4-8)
Las escrituras siguen relatando las maravillas creadas por Dios: el Jardín del Edén donde Dios colocó al hombre para que lo cultivara y lo cuidara; toda clase de árboles -apetitosos y atractivos a la vista- brotaron de la tierra; hizo brotar el árbol de la vida -símbolo de la inmortalidad- y el árbol del conocimiento del bien y del mal -figura que representa no solamente el discernimiento moral sino la facultad de decidir por sí mismo lo que es bueno y es malo, independientemente de Dios-.
Pero Dios se dio cuenta que no era bueno que el hombre estuviera solo, por lo tanto decidió crearle la ayuda adecuada. Es así que dio origen a todas las especies de animales y aves conocidas, modelándolos con arcilla del suelo, para presentárselos luego al hombre con el objeto que los nombrara a uno por uno. Fue luego de esto que el hombre se dio cuenta que entre los seres que Dios le presentó, no encontró esa ayuda adecuada que antes mencionamos.
Al ver esto Dios decide crear la creatura más excelsa: la mujer. Pero veamos como lo expresa la sagrada escritura: "Entonces el Señor Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sueño, y cuando este se durmió, tomo una de sus costillas y cerró con carne el lugar vacío. Luego, con la costilla que había formó una mujer y se la presentó al hombre. El hombre exclamó: "¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Se llamará Mujer, porque ha sido sacad del hombre." Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos llegan a ser una sola carne." (Gen 2, 21-25)
La elocuencia del texto bíblico es contundente y pone de manifiesto que, desde la perspectiva del Creador, el hombre y la mujer participan de un mismo destino y de una misma condición que los une y que se funda en atractivo mutuo. Y decimos esto para remarcar que las llamadas feministas tampoco entienden, al igual que el diseñador de marras, el mensaje de Dios Creador.
Pero todo es posible en una sociedad donde, como dice una buen amigo mío, la vedette más famosa es un hombre. Todo está subvertido, ¿no le parece amigo lector?
