El jefe comunal de San Isidro, Dr. Gustavo Posse, no cesa de ser consultado por los medios de prensa a raíz de los brutales episodios de violencia de los que son víctimas los vecinos de San Isidro.
Desde los hechos protagonizados en aquella oleada de secuestros, pasando por los asaltos express y una confirmada inseguridad que el olvidable Dr. Arslanian calificaba de "sensación", llegamos a un nuevo tiempo de temor y de delitos que flaco favor le hacen a la comunidad y al normal desenvolvimiento de las familias.
Robos en casas, asaltos a comercios y un panorama que se evidencia en el comportamiento cotidiano de todos: haciendo planes de acompañamiento, evitando salidas, pagando por seguridad adicional, y mirando con desconfianza hacia cualquier sombra, aunque a plena luz del día todo puede pasar.
Posse nunca le quitó el cuerpo a este tema. La seguridad no es un tema comunal (ni en nuestro San Isidro, ni en otro municipio) y sin embargo los aportes materiales no han sido ni son pocos: vehículos, equipamiento diverso, combustible, honorarios extras, etc.
Al igual que la educación y la salud, la seguridad es un tema que excede a los municipios y, sin embargo, se ven obligados a ocuparse sin descanso. Y la razón es lógica: los vecinos ven con lejanía al gobierno provincial y la intendencia es cercana en muchos aspectos, por eso se le pide o exige.
Hemos sido testigos de muchas reuniones del intendente con vecinos (con algún representante de la policía presente) y viendo cómo se buscan soluciones, se analizan los casos, se intenta llevar calma a la natural angustia, bronca o impotencia que generan los delitos, demasiado frecuentes.
La calle (la gente en realidad) expresa a diario su desconfianza con soluciones profundas y a largo plazo, aunque las pide. La espontánea y auténtica necesidad de un tiempo mejor generalmente no se empaña de un modo absoluto. Nos puede pasar casi de todo y basta que alguien, desde la función pública, nos plantee un camino superador para que depositemos la confianza,… nuevamente.
Nos ha pasado muchas veces, de diverso modo, que nos defraudaron, nos incumplieron. Algunos de los “prometedores” podrá tener argumentos para defenderse como señalar que él entregó todo su esfuerzo, pero que otros no hicieron lo mismo y el proyecto de una sociedad mejor quedó truncado. Y esto –para ser sinceros- no es difícil de creer.
Pero la política y la función pública ha decepcionado a muchos y la mejor muestra son los jóvenes, que viviendo en el tiempo de querer cambiar el mundo a toda costa, no se interesan por la acción, el desafío, el proyecto que incluya al conjunto.
Si a esto se le suman las concretas realidades de un sistema penitenciario cuestionable, una justicia que no asume su responsabilidad ni en los tiempos ni en los fallos, y fuerzas de seguridad viciadas, desanimadas, poco entrenadas y formadas, además de con escasos sueldos, el panorama es mucho más funcional a los delincuentes que a los ciudadanos honestos y trabajadores.
El Dr. Gustavo Posse ha manifestado prudencia en sus dichos, aún cuando algunos conceptos podrían considerarse "duros". Tal vez el término más correcto no es "duros" sino "firmes". Como firmes y claras deben ser las acciones de un padre frente a sus hijos. Como firmes deben ser los límites entre el delito y la honestidad, los ineptos y los eficientes, los irrespetuosos y los generosos.
El intendente de San Isidro ha señalado por estos días la innovación (que debió postergarse en su presentación por los hechos de violencia registrados) de un sistema de 120 videocámaras que cubrirán el territorio del partido para prevenir y atender más rápidamente los hechos delictivos, una sala de situación que junto al patrullaje ya habitual y los recursos de todo tipo facilitados a las fuerzas de seguridad, deberían provocar sustanciales mejoras en la comunidad.
Lo mismo debería ocurrir con la idea de disponer de recompensas (consensuadas con un consejo integrado por distintas ONG reconocidas de la comunidad) para estimular el aporte de datos que permitan esclarecer delitos o evitarlos.
Pero está claro que esta tarea compleja no traerá todos los beneficios necesarios, si no ponen en remojo sus barbas los responsables provinciales y judiciales. Porque si las cárceles no son ámbitos para recomponer a un individuo y encima tienen demasiada facilidad para abrir sus puertas para salir, la situación podrá ser mejor para San Isidro, pero será igual o peor para otros distritos…
Y si la justicia no escucha el desesperado pedido de la ciudadanía por fallos que dejen a los delincuentes separados de la sociedad, tampoco serán suficientes los esfuerzos de la Municipalidad de San Isidro, ni de otro distrito.
Finalmente, vale señalar que mientras se atiende con medidas claras la situación reinante, es imprescindible que todos (funcionarios, empresarios y la sociedad en su conjunto) trabajen para clausurar cuanto antes la “fábrica” de delincuentes, que constituyen la injusticia, el hambre, la marginación y la corrupción.