Ignorar, no saber, desconocer no es, necesariamente, pecado.
Pero cuando personas que tienen, desde el sentido común, la obligación de comunicar adecuadamente a la población, fallar, equivocarse, o darle escasa importancia al "cómo", junto al "qué" se acerca a la irresponsabilidad.
Así vemos a diario en comunicadores (periodistas, locutores, analistas políticos, opinadores de toda clase) como también en comerciales televisivos, gráficos y radiales (tarea en el mejor de los casos de publicistas), faltas notables en el uso del idioma, cuando no un desprecio por el valor natural que tienen como referentes de una sociedad, aunque no quieran.
En la foto que acompaña estas líneas, se podrá ver un título sobre la información que se está comentando en un informativo televisivo en horario central. El error es de lo más frecuente y se refiere a la equivocación en el género (lo correcto es decir PRIMERA quincena de Junio).
Quincena (como etapa, computadora, participante, carrera, oportunidad, foto, cantante, bailarina, etc.) es un término de género femenino, por lo que corresponde decir PRIMERA y no PRIMER.
¿Acaso podría decirse la SEGUNDO quincena? ¿Podría uno evitar decir que es un error un comentario referido a la CUARTO participante de un concurso? Claro que no.
Pero si bien es cierto que el idioma está vivo y puede tener modificaciones e incorporaciones, lo que no es válido es suponer que el uso frecuente de un error lo convierte en acierto, o lo valida para su uso universal.
Alguna vez vimos -con horror- con un colega cómo un "prestigioso" matutino porteño puso en su portada que un equipo de fútbol tenía posibilidades de "CAMPEONAR".
Y en otra ocasión me ocupé de contar todos los nombres propios cortados con un guión, que tenía ese mismo diario. La cifra era astronónica y la excusa de siempre es que no "cortar" implicaría un importante gasto de papel...
Por otra parte nos encontramos con los inevitables términos que se incorporan al hablar cotidiano que devienen de las nuevas tecnologías o usos. Así aparecen en nuestro escaso vocabulario imperante palabras tales como "linkear", "formatear", la "pecé" o "cidí" (cuando son iniciales de computadora personal, pero en inglés), junto a los incomprensibles "lookear", "emplatar", "presidenta", "recepcionar" y tantos otros, además de las insoportables muletillas ("tipo", "como", etc.)
El proceso de empobrecimiento del idioma es paulatino y se viene dando desde hace unos cuantos años sin cesar:
Cada vez se usan menos palabras,
cada vez se incorporan términos más ambigüos,
cada vez se tiene menos reparo en el uso de insultos y malas palabras,
cada vez se usan más términos extranjeros (casi exclusivamente ingleses).
Un amigo me dijo hace muchos años que no piensa bien quien habla mal y pienso que algo de razón tiene: Si tengo pocas palabras (muchos comodines) y pocos recursos en este sentido, tendré dificultad para expresar lo que quiero o siento, y si no puedo comunicar bien lo que quiero y siento será complejo que me conozcan y valoren.
En cambio, si tengo y uso muchas palabras, sinónimos, giros y formas para expresarme, más fácil me será hacerme entender, discutir, defender una posición, explicar y manifestarme, sea escribiendo o hablando.
En esto, es claro, las responsabilidaes son muchas: la familia en primer término, la escuela en segundo lugar y... los medios de comunicación, cada vez en manos de gente con menos formación sólida en el manejo de nuestro golpeado idioma castellano.