[2007] - Fontanarrosa, a los 62 años y con muchas risas provocadas, muchas sensaciones compartidas y la particular habilidad de hacer que brille, que tenga protagonismo algo tan íntimo e insignificante como una ligera sensación personal común, una mirada al paso, un descuido, una sutileza, llegó al lugar del que no podrá salir nunca: el de los irreemplazables.
Podrá haber muchos escritores, dibujantes y hombres que provocan una risa, pero el de este rosarino es un lugar que sólo él podrá conservar.
Son miles los hombres y mujeres que buscarán sin encontrar ese recuadrito oportuno, necesario, calculado, justo, sin que nada le sobre, sin que nada le falte que mueva incluso a compartirlo públicamente diciendo: "¡Mirá esto, escuchá!" y pretenda transmitir esa síntesis sorpresiva del chiste.
¿Qué sabor tendrán los relatos de Fontanarrosa en la voz de Alejandro Apo en la radio desde ahora?.
Fontanarrosa está -seguirá estando- en una manera de decir, en un modo de escribir, con barrio y mundo, con buen manejo de las palabras y de las historias.
Habrá cosas más compartidas que otras de todo lo que hizo en su vida, pero es indudable que Fontanarrosa es de aquellos tantos que serán extrañados un poco en la sucesión de hechos nuevos que no tendrán su marca, pero que de tan metidos en las cosas y costumbres de todos los días, no dejará de ser parte del paisaje.
Pude dialogar con él en dos ocasiones. La primera fue en el programa de radio que hice durante 10 años y, si mal no recuerdo, no hubo una razón especial para entrevistarlo. Fue una charla sobre su historia, su manera, su estilo.
La segunda vez, lo llamé a Rosario para grabar un comentario sobre su colega Fernando Sendra, a quien yo iba a entrevistar en el escenario del Teatro del Viejo Concejo. Accedió amablemente, grabamos y sorprendimos a Sendra con sus palabras.
Seguirá siendo uno de los que me arranque una risa sorprendida, imprevista, espontánea, como pocos.
