[2006] - La resiliencia es la capacidad humana de enfrentar, superar, y aún lograr una transformación positiva y adecuada de uno mismo, frente a las adversidades inevitables de la vida, y muchas veces imprevisibles, como ser vejez, perder seres queridos, duelo, enfermedades, discapacidades, robos, mudarse, separarse, estafas, quiebras comerciales, cesantía laboral, desocupación, falta de poder adquisitivo, injusticia, discriminación, accidentes, drogas, vejaciones, alcoholismo, fobias, acoso, equivocaciones, etc.
Resiliencia: es resistir siempre, y pensar las estrategias más adecuadas y convenientes, para aceptar las adversidades, disminuyendo sus consecuencias, en procura de seguir siendo lo más autosuficientes que se pueda, y así ir mejorando la problemática existencial, para vivir como antes de que ocurriera la desgracia o la dificultad; o por lo menos, de la mejor manera posible, dado que la resiliencia, es un NO rotundo a la aceptación pasiva, de la adversidad.
Resiliencia: es nuestra capacidad de utilizar al máximo nuestra inteligencia, no sólo para analizar con neutralidad y pensamiento crítico el problema que nos afecta, sino también para "despertar y extraer" nuestras potencialidades latentes, y así enfrentar más fortalecidos la dificultad que nos afecta, y de esa manera poder hacer los esfuerzos y sacrificios necesarios para que paulatinamente logremos "autosuperarnos lo más que podamos", para que definitivamente reencontremos el sentido de la vida.
Pero la "autosuperación" debemos hacerla cada uno en forma personal e individual, dado que nadie lo puede hacer por nosotros, si bien los que nos rodean seguramente nos van ayudar, alentar, consolar, etc. para que logremos vivir bien y con cierta felicidad, a pesar del problemas que nos afecta.
Simplificando, una persona ante cualquier dificultad, problema o adversidad, debe maximizar simultáneamente las siguientes potencialidades, inherentes a todo ser humano, estas son: ¡YO SOY! - ¡YO TENGO! - y - ¡YO PUEDO! – a saber:
¡YO SOY! (Fortalezas innatas) una persona segura, responsable, optimista, portadora de esperanza y fe. una persona conciente de su comportamiento, que afronta las consecuencias. un ser pensante, que planea su futuro. una persona que se respeta, y respeta a su prójimo. una persona socialmente aceptable, agradable, calma y bien intencionada.
¡YO TENGO! (Apoyo externo) una familia, amigos, y la aceptación de la comunidad a la cual pertenezco. una o más personas, en las que puedo confiar ciegamente. buenos modelos de roles. acceso a la salud, educación, y a los servicios de seguridad social. independencia, y conozco los límites de mi comportamiento.
¡YO PUEDO! (Capacidad resolutiva e interpersonal) generar nuevas ideas o maneras de hacer algo, y terminar lo empezado. valorar el humor en mi vida y utilizarlo para reducir tensiones. expresar mis pensamientos y sentimientos en mi comunicación con los otros. resolver problemas en diversos entornos (personal, familiar, social, laboral, etc.). controlar mi comportamiento, sentimientos, impulsos, actitudes, etc. y pedir ayuda cuando la necesito.
Por todo lo expuesto, ante una dificultad, problema y/o adversidad propia de la vida, ahora podemos recurrir al proceso de la resiliencia, cuyos factores, como bien dijimos son: ¡YO SOY! - ¡YO TENGO! - ¡YO PUEDO!
Estos factores resilientes deben promoverse en forma combinada, conforme al análisis y diagnostico elaborado con pensamiento crítico, y a las estudiadas estrategias y planes que adoptemos tendientes a lograr la mejor calidad de vida posible, dentro del nuevo contexto existencial que nos toca vivir; pero ahora dominado y superado en la medida de las mejores respuestas resilientes que seamos capaces de elaborar y ponerlas en marcha.
La resiliencia es un proceso que involucra cinco grandes funciones: 1) promover inteligentemente los factores: ¡YO SOY! - ¡YO TENGO! – y - ¡YO PUEDO!. 2) elaborar y comprometerse con el comportamiento resiliente. 3) analizar y prever las consecuencias. 4) ser paciente y perseverante con el plan y las estrategias adoptadas. 5) Nunca y por ningún motivo ceder, y aceptar pasivamente la dificultad o adversidad.