[2006] - El enamoramiento es el estado afectivo y espiritual que se produce con el encuentro "personal" de dos predispuestos entre los que existe una sintonía física, psíquica y espiritual. Si bien lo primero que atrae son cualidades o propiedades genéricas de la persona (aspecto físico, tono de voz, simpatía, seguridad, ternura, etc.) que impactan positivamente en los sentidos, oído, olfato, tacto...), generando sentimientos de gusto y deleite que se suman al impulso físico de la atracción sexual, el encuentro pleno se produce cuando amamos esas cualidades pero pasando por la persona que las tiene.
Podemos aclarar lo que decimos con el siguiente ejemplo: dos hermanas gemelas pueden tener las mismas cualidades físicas y hasta espirituales y, sin embargo, solo una de ellas ser sujeto de enamoramiento de un varón, a pesar de conocer a la otra hermana no se enamoro de ella.
¿Cómo se explica este fenómeno? Porque el enamoramiento entre ellos ha sido un encuentro con sintonía personal además de física y afectiva, es decir, ese hombre admira la persona de una de ellas y no la otra. Ha llegado a captar el "alguien singular" e "irrepetible" que ella es, que tiene tales sueños, creencias, gustos y valores.
En otras palabras, ha llegado a conocer el "yo personal" de esa hermana gemela, quien le provoca admiración. Por eso, además del placer físico y del deleite afectivo el enamoramiento y las acciones de si a la persona amada genera también el gozo espiritual.
El proceso de selección amorosa puede realizarse con predominio del dinamismo personal físico corpóreo y psíquico sensible a través del fenómeno afectivo emotivo del flechazo o, por el contrario, con protagonismo del dinamismo racional espiritual de la persona.
En otras palabras, el enamoramiento puede ser gradual o adoptar inicialmente la modalidad de una emoción muy fuerte conocida como "el flechazo".
Por ser una emoción, el estado afectivo del flechazo no dura mucho tiempo y suele confundirse el fin de los signos sensibles del flechazo (trastorno de la atención: cuesta estudiar o trabajar porque la cabeza se va a la persona que provoco el flechazo; vuelo de la imaginación; se proyecta en la persona todo lo bueno que se desea que tenga y se le quita todo lo malo que se desea que no tenga) con el fin del amor.
Quienes padecen esta confusión entre flechazo y amor buscan, entonces, a quien nuevamente provoque ese estado afectivo fuerte y sumamente agradable del flechazo. En el fondo, más que amar a una persona ellos aman la sensación de estar flechado y buscan a alguien que nuevamente les provoque ese estado afectivo, cambiando de pareja o de cónyuge.
A diferencia del flechazo, el enamoramiento no es una emoción sino un sentimiento derivado de la afectividad y de un conocimiento racional de la intimidad personal de la persona amada. Sus signos, a la inversa del flechazo, pueden durar siempre si se los cultiva a través de acciones de entrega de sí realizados con la inteligencia y la voluntad, que busquen hacer la vida agradable del otro/a y ayudar a sacar lo objetivamente mejor del otro/a, desafío apasionante y posible.
¿Cómo saber si se está enamorado?
En primer lugar, se suspende la predisposición. Los enamorados dejan de tener interés por salir y conocer a otros varones o mujeres: las terceras personas sobran para ellos. El enamoramiento reclama la presencia "deseo estar con vos"; exige también concentración "deseo estar sólo con vos" (exclusividad); no admite límites temporales "deseo estar siempre con vos» (permanencia); invita a dar a la persona amada lo mejor de sí mismo (ser un bien para ella).
Finalmente, los enamorados también tienden a recrear todas las cosas haciéndolas únicas e irrepetibles. Una canción, un banco de plaza o un árbol se transforman en "nuestra canción", "nuestro banco", "nuestro árbol"; si ese banco, árbol o canción han tenido relación con algún acontecimiento importante de su historia amorosa. Por eso, otra señal del enamoramiento es la fecundidad, en el sentido de que los enamorados dan nueva vida a las cosas o lugares relacionados con su historia. La máxima expresión de esa fecundidad, en una fase ulterior del desarrollo amoroso será el hijo, que constituye una novedad de tipo personal.
La invitación a "la exclusividad", "la permanencia", a "ser un bien para la otra persona" y a "la fecundidad" de la relación son, pues, los signos o señales del enamoramiento. El enamoramiento no invita a una unión "abierta con terceras personas" porque frustraría el "sólo con vos o exclusividad"; no invita a una unión "pasajera" porque frustraría el "siempre con vos" y tampoco invita a una unión egoísta e infecunda.
Por lo tanto, como expresa el profesor Viladrich en sus clases: "Si me dice que me quiere, pero no está nunca conmigo, o sólo a ratos....; si estamos siempre juntos, pero nunca solos...; si confía su intimidad a muchos/as...; si sólo quiere horas de mi pero no mi vida...; si siempre está en demanda y nunca en actitud de entrega de sí; si ocurre todo esto, se estará ante una fase de enamoramiento extremadamente pobre, que debe servir de llamado de atención para decidir o no el avance a otras fases de la historia amorosa".
-> Cristián Conen
Abogado matrimonialista, casado, padre de 4 hijos. Autor del libro “Claves para saber amar” (Ed. Dunken)
