[2006] - Celebramos un nuevo aniversario del Día de la Independencia, mientras seguimos celebrando los 300 anos de la Fundacion de la Capellania de San Isidro, origen de nuestra Catedral, pueblo, ciudad, partido y diócesis. Por eso, me gustaria reflexionar con Uds. sobre estos acontecimientos.
Juan Pablo II decia que todo aniversario debe llevarnos a mirar el pasado, el presente y el futuro. El pasado para reconocer nuestro origen, los valores sobre los cuales se asienta nuestra realidad, mirar la historia con sus logros y fracasos para aprender de ella. Porque los pueblos que no conocen su pasado viven en una eterna adolescencia.
Por eso los antiguos romanos decian: "Historia magistra vitae", es decir, la historia es maestra de la vida. Si no conocemos nuestra historia, repetiremos los errores del pasado y nunca podremos superarlos. O bien, copiaremos modelos ajenos a nuestras raíces y perderemos nuestra identidad (este es un riesgo muy grande en el mundo globalizado).
Conocer la historia no es sólo recordar fechas, acontecimientos, nombres de personas o de lugares importantes. Esos sólo son datos necesarios, pero lo realmente significativo es ver por que ocurrieron esos acontecimientos, que ideas movieron a sus protagonistas, que circunstancias los favorecieron o dificultaron.
Porque los hechos históricos y las personas que los protagonizaron son únicos e irrepetibles, pero sus motivaciones, ideales, provectos, virtudes y defectos se prolongan a través del tiempo y llegan hasta nuestros días.
En la Biblia, permanentemente el Pueblo de Israel reflexionaba sobre su pasado para conocer como habia obrado Dios con ellos. De ese modo iluminaban su presente y sabían cómo actuar para serle fieles.
El presente y el futuro dependen de nosotros
El presente es el tiempo que Dios nos da para cumplir nuestra misión. Hay muchos que se quejan del momento actual y piensan que todo tiempo pasado fue mejor. Pero se olvidan que este es el único tiempo que está en nuestras manos, porque es el que nos toca vivir. De nosotros depende hacerlo mejor o peor.
Ademas es indispensable tener en cuenta el futuro porque necesitamos un proyecto, que trascienda el momento actual, para saber hacia donde caminar. Sin futuro no hay esperanza, no hay objetivos, ni metas.
La cultura actual nos lleva a querer vivir sólo el momento actual, tenerlo todo con intensidad e inmediatamente. Esto es muy peligroso porque nos lleva a no medir las consecuencias de nuestros actos.
Hay deportistas que acuden a estimulantes para conseguir una victoria y arruinan su carrera o su salud para siempre. Hay empresarios que quieren grandes ganancias, aun a costa de contaminar el ambiente, afectando la vida de sus propios hijos. Hemos vivido en Argentina epocas en las que, por obtener rapidas ganancias sin esfuerzo, se buscaban altos reditos financieros que terminaban generando hiperinflación; asi se destruyó el valor del dinero y todos terminamos perdiendo. Y podríamos agregar otros muchos ejemplos.
Construir el presente con un proyecto, pensando adónde nos llevan nuestras acciones es el único modo de saber si lo que hacemos es bueno o malo, si debemos seguir o cambiar completamente.
Que el Señor nos ilumine para que aprendiendo del pasado, vivamos el presente con intensidad y construyamos un futuro mejor.
Hasta pronto, que Dios nos bendiga
-> Pedro Oeyen Parroco de la Catedral de San Isidro