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Mujeres
   
[2006] -Aquí están algunos de los artículos publicados en el Portal sobre la mujer, con vistas al Día Internacional celebrado el 8 de Marzo.

Mujeres que trabajan, que estudian, que son profesionales, que enseñan, mujeres que tienen un lugar en el mundo laboral, siempre tan competitivo.

Mujeres que además se ocupan de las tareas para las que la naturaleza las dotó generosamente, la maternidad, la complicada administración del hogar, la observancia de todos los detalles, la sabia contención que esperan los hijos (aunque a veces no sea tan claro el "reclamo"), la capacidad de trabajo sin demasiado descanso, y tantas otras cosas.

La mujer, que desde hace unos cuantos años es presentada como alguien que debe lograr ocupar lugares en el cruel mercado laboral como el hombre, sólo es una mezquina y, por ende, parcial visión de sus capacidades.

Hace tiempo que la mujer, engañada por este argumento de machistas con rimel, supone que trabajar fuera de su casa es "ocupar un lugar de mayor importancia". Tanto desprestigiar la maternidad por "esclavizante", sin vivir el don maravilloso de concebir, amamantar, ayudar a crecer, cuidar y contener, lleva a este error digno de una travesura mortal: postergar la maternidad y tener pocos hijos.

Es cierto que muchas mujeres no pueden elegir demasiado. O trabajan fuera de su casa o no podrían sostenerse o costear su vocación, si la tienen. Y claro que no está mal trabajar fuera de casa o estudiar para obtener un título, lo que es altamente preocupante es que muchas no contemplen la formación de una familia dentro de su panorama personal.

¿Podrán ser universitarias, o empresarias o comerciantes, y combinar esas ocupaciones con una familia? Si, podrán. Ahora ... ¿Cómo ayudar, como asistir, como contener si no se está junto?. Las mejores enseñanzas que debe recibir un niño no están en una guardería, un jardín o un colegio, por bueno que sea. El amor, la tolerancia, el empuje, la honestidad, la superación se aprenden en casa. Con mamá.

Nuestro país necesita hijos. Las estadísticas muestran un preocupante índice de pocos nacimientos -similar a cualquier territorio europeo-, siendo la Argentina un país jóven, de gran extensión y pocos habitantes.

Nuestro país necesita argentinos de valor y trabajo, y esa misión requiere mujeres enteras, protegidas, dignas. Y para eso es imprescindible que los hombres -tan dueños de tantas cosas, tan torpes para tantas otras- se ocupen de considerarlas, atenderlas y escucharlas.

Pero también le corresponde a la mujer hacer lo suyo. Sobre todo a las que intentan prescindir de los hombres -suponiendo que son una competencia-, que rechazan las amabilidades y el cobijo, que se comportan como el más desaprensivo de los varones. También la mujer se expone frecuentemente a ser un objeto estético o de placer que desemboca, tarde o temprano, en una situación de menoscabo.

El mundo laboral tiene no pocas crueldades que saturan, agobian y oscurecen el ceño de muchos hombres. Y aquel que tiene la fortuna de haber encontrado la mujer con la que puede caminar y compartir pesares y alegrías, no tiene mejor lugar a donde arribar, que al seno de un hogar que solo ella puede gobernar, para toda una familia.

-> Alberto Mora


La familia, tarea para hombres y mujeres de hoy

Uno de los cambios más revolucionarios es el creciente protagonismo de las mujeres en la vida pública y social. ¿Qué variaciones introduce esta nueva situación en la dinámica del matrimonio y la familia?

Jutta Burggraf es alemana, Doctora en Teología y Pedagogía, autora de numerosas publicaciones, la última titulada "Vivir y convivir en la sociedad multicultural”. Experta en la temática de la familia, contesta a nuestras preguntas sobre los desafíos que presenta la vida en común en la sociedad actual.

- Con frecuencia leemos resultados de encuestas, entrevistas y sondeos, que parecen indicar que la familia está en crisis, ¿piensa que se trata de una figura social en extinción?

- A pesar de todos los pronósticos desfavorables, hoy en día la familia sigue siendo apreciada, porque satisface necesidades tan elementales en el hombre como el anhelo de sentirse protegido y de tener confianza. Pienso que su existencia no puede ser puesta en duda porque está íntimamente ligada a la felicidad del hombre.

- ¿Por qué hoy nos parece más difícil sacar adelante una familia que en otras épocas?

- Es verdad que actualmente se dan circunstancias que generan problemas que no se presentaban antes. Pero esto no quiere decir que antes no hubo dificultades: había otra situación con otros problemas, quizá menos manifiestos. En siglos pasados, muchas veces eran los padres quienes elegían a quienes habían de casarse con sus hijos, y lo hacían según aspectos objetivos: la clase social, la situación económica, la religión, etc. La comunidad matrimonial era considerada como una gran empresa. Todos, varones y mujeres, solían trabajar juntos en la granja, en el taller, en la tienda. Y educaban juntos a los niños, que crecían bajo los cuidados de muchos parientes.

A partir de la industrialización, se produjo un profundo cambio en la vida familiar. El hombre se fue retirando de las obligaciones familiares a favor de actividades lucrativas fuera de casa, donde la mujer quedó sola con los hijos. Poco a poco también ella se fue integrando a la vida profesional, ganando dinero y haciéndose cada vez más autónoma. De ahí resultan nuevas cargas para el matrimonio.

- ¿Piensa que la autonomía de que gozamos hoy las mujeres es una causa de los actuales problemas de la familia?

- No creo que la independencia de la mujer sea el problema de hoy. Al contrario, es una suerte que exista, porque sólo quien es interiormente libre e independiente puede amar y entregarse verdaderamente a los demás.

- ¿Por qué entonces la situación actual es realmente difícil?

- Dos personas se casan hoy, en general, por simpatía y amor; es decir, más por motivos subjetivos que por motivos objetivos. Esto me parece muy bien. Pero hay que llegar a un acuerdo acerca de las grandes cuestiones de la existencia Creo que el amor es la única razón aceptable para contraer matrimonio, pero si faltan casi todos los motivos objetivos, la fidelidad matrimonial se hace sumamente difícil.

- Se habla a veces de una crisis de comunicación entre los esposos de hoy, ¿a qué se puede atribuir?

- Hoy es frecuente que los esposos tengan distintos campos de acción, ya sea en la familia, ya sea en una profesión fuera del hogar. No se ven durante muchas horas al día. Pero sí tienen contacto con muchas otras personas, hombres y mujeres; y con ellos comparten sus intereses e ilusiones profesionales. Cuando vuelven cansados a casa, ya no tienen fuerzas para dialogar o hacer planes. Así puede pasar que crezca una distancia cada vez más grande entre los esposos. Además, actualmente el matrimonio es mucho más largo que en otros tiempos. Muchas personas llegan a los ochenta, noventa, incluso a los cien años.

Antiguamente las mujeres morían con frecuencia después de haber dado a luz muchos hijos. Hoy los ven crecer, y cuando ellos se van de casa, suelen vivir todavía treinta, cuarenta o cincuenta años.

El hecho de que alguien me ha prometido quedarse a mi lado hasta el fin de la vida, significa para mí el grave deber de abrirme a las nuevas situaciones, y no negarme a mejorar y madurar. El matrimonio, en cierto sentido, es un proceso que se origina en la promesa de andar juntos por el camino de la vida. En cuanto tal no sólo exige el "permanecer juntos”, sino también el "caminar”. Los cónyuges se invitan mutuamente a buscar, encontrar, aprender y desarrollarse juntos. Y, en el mejor de los casos, llegan juntos a la madurez espiritual.

¿Cómo evitar la alienación conyugal?

- Es bastante normal que haya momentos duros en la vida común y, en principio, no es aconsejable que se intente a toda costa eludir cualquier conflicto. Si los cónyuges se acostumbran a callarlo todo, previa conformidad tácita, tal vez puedan presumir durante un tiempo de una aparente paz; pero pagarán finalmente un precio muy alto por ella, pues pronto se aburrirán mutuamente con sus conversaciones superficiales. Tal vez huyan de sí mismos y de su pareja hacia los hijos, el trabajo o alguna aventura.

- ¿Son estas dificultades las que llevan a algunas parejas a rechazar de lleno el matrimonio?

- Creo que en bastantes ocasiones no condenan el matrimonio , sino un tipo de matrimonio lleno de mentira y traición, escondido detrás de una imagen respetable. Lo que se desaprueba es una exageración de la importancia de la dimensión jurídica, unas exigencias morales diferentes para el hombre y para la mujer, la comodidad y la falta de apertura a los demás.

- ¿Qué responde a los que sostienen que el matrimonio es un modelo de convivencia ya superado?

- El matrimonio no es anacrónico, pero esto no quiere decir que haya de vivirse de un modo que podemos llamar "burgués", con estrechez de miras, con mentira y falsedad, mirando más bien al aspecto externo que al amor verdadero entre las personas que lo componen. Hoy en día existen muchas parejas que viven su matrimonio de una manera atractiva; que ponen de manifiesto que la fidelidad es posible, y que es garantía de felicidad para ellos mismos y para toda la familia, en la juventud, en la madurez y en la ancianidad.

- ¿Basta el amor entre marido y mujer para el éxito del matrimonio?

- Hay que ver lo que se entiende por amor. Un matrimonio en el que el marido y la mujer vivan pendientes sólo el uno del otro, y en sus vidas no haya lugar para nadie más, acabará por amargarse. Un matrimonio verdaderamente feliz descubre continuamente nuevos horizontes; está abierto a otras personas, también a una futura descendencia. Tiene el valor de transmitir la vida, de conservarla, de amarla y de velar por su desarrollo.

- ¿Ve el matrimonio exclusivamente en función de los hijos?

- El matrimonio se vive como una comunión corporal, psíquica y espiritual del ser humano y, en todos lo planos significa, para los cónyuges, una unión entrañable. El otro es aceptado en la totalidad de su persona, esto es, también en su fertilidad y en su posible paternidad o maternidad. Sin embargo, si la unión sexual se entendiera únicamente como la procreación de descendientes, se utilizaría y denigraría al cónyuge como un simple medio; se abusaría de él. Como también se degrada al otro cuando se lo considera simplemente como objeto de placer. En el amor matrimonial auténtico se encuentran integrados tanto el deseo de tener hijos como la búsqueda de la unión sexual.

- ¿Cómo podría describir una buena relación entre los esposos?

- En un matrimonio sano existe una relación activa, interés del uno por el otro, participación en la vida del otro. Una relación entre dos personas no consiste en tiranizar, exigir y mandar, sino, ante todo, en pedir, en dar, en ayudar y en responder el uno al otro. Consiste en alegrarse de todo corazón con el otro y también en poder sobrellevar juntos los momentos difíciles; aceptar al otro tal como es, así como uno se acepta a sí mismo con sus defectos y debilidades. De tal manera, los esposos tampoco llegan a exigirse demasiado mutuamente, con pretensiones egoístas o con unas expectativas infantiles de ser mimados como en los tiempos de la niñez. Una buena relación implica comprender que cada uno necesita más amor que “merece”; es más vulnerable de lo que parece; y todos somos débiles y podemos cansarnos.

- ¿Qué función ocupa el hogar en la sociedad actual?

- Hoy en día, en que la mayoría de las personas realizan su trabajo en fábricas, empresas, administraciones, oficinas y tiendas, necesitan un hogar que les espere a la vuelta. La labor más importante, y a la vez la más difícil, de un ama de casa consiste en crear ese ambiente de hogar. Para la serenidad de una familia es importante que alguien tenga tiempo, que no esté siempre agobiado y con cosas más importantes en la cabeza que el simple saber escuchar, tranquilizar, consolar o animar; hay que deshacer tensiones, amortiguar las desilusiones, compartir uno con otro los éxitos y discutir los problemas ¡Qué bien, cuando existe para todo esto un punto de apoyo!.

- Pero el trabajo de la casa, ¿no es muy monótono?

- La profesión de ama de casa –porque así puede ser considerada cuando se desarrolla con competencia- no es necesariamente una ocupación monótona y aburrida. Tiene sus ventajas. Una muy agradable es que ella se puede organizar el horario y el trabajo a su manera. Toda mujer puede decidir en su casa lo que va a hacer en cada momento –aunque no siempre, sí al menos en proporción mucho mayor que en las demás profesiones. Esto confiere libertad y autonomía.

Si el trabajo del hogar se identifica con limpiezas pesadas, con fregotear suelos o ir de cabeza por cada motita de polvo que se descubre, es lógico que se le atribuya una connotación negativa. Ciertamente el aburrimiento, la rutina y las manías acechan el trabajo del ama de casa, pero en cualquier profesión existen trabajos repetitivos. El presidente de una compañía, por ejemplo, tiene que estampar su firma cientos de veces al día; seguramente no lo envidiamos por esa tarea, pero no dejamos de pensar que su ocupación es valiosa y apetecible.

- ¿Piensa que las mujeres deberían volver al "dulce hogar"?

- Pienso que la tarea de compaginar el trabajo fuera de casa con las exigencias de la familia compete tanto a los hombres como a las mujeres. A todas las personas se les debe dar la posibilidad de hacer libremente lo que creen que es bueno, sin tener que estar siempre suscitando nuevas polémicas. Cada familia es original y única. En la situación concreta, el amor de los esposos puede originar situaciones muy distintas, y hasta contrarias. Ni hay soluciones hechas para la organización individual de la vida familiar cotidiana, ni es apropiado juzgar desde fuera sobre una situación concreta.

- ¿Familia o profesión? ¿Qué aconseja a las mujeres?

- En primer lugar, no es importante lo que la persona hace sino cómo lo hace. Ni el trabajo ni la familia son soluciones en sí mismas para los problemas individuales o interpersonales, y ambos conllevan ventajas y riesgos.

El trabajo de una mujer fuera de casa podrá, efectivamente, redundar de muy diversas maneras en beneficio de la familia, en primer lugar porque esto facilita el diálogo abierto y la comprensión con el marido y los hijos. Hoy en día, no sólo se requieren madres que sepan llevar perfectamente la casa, sino ante todo madres que sean capaces de ser amigas.


-> Francisca R. Quiroga (Arvo)


El secreto –aún oculto de las grandes menciones de este día de la mujer- está en regresar a lo propio. ¿Y qué es lo propio? La entrega de sí misma. Sólo entregándose totalmente, es como la mujer se puede sentir auténticamente realizada.

Hoy más que nunca, el mundo necesita de la mujer. La mujer no puede, ni debe, desperdiciar los dones que ha recibido, aún cuando haya decidido no trabajar para una empresa de manera formal.

Es injusto, no sólo para ella, sino para la sociedad completa, que una mujer que ha estudiado, que tiene una carrera profesional, que sabe varios idiomas, que tiene un corazón enorme para entregarlo a los demás, se quede con esos dones escondidos, guardados e inutilizados, llenando su tiempo libre en gimnasios, cafés, centros comerciales, salones de belleza, o suponiendo que su aporte no es valioso.

La mujer plenamente realizada, no es aquélla que obtiene grandes éxitos profesionales a costa del descuido de su familia. Tampoco aquella que se queda en casa de una manera egoísta, cómoda o insatisfecha. La mujer que se siente realizada, es la que ama y se siente amada, la que se entrega de manera plena, a su marido, a sus hijos y a la sociedad.

Así como comer, dormir, bañarse y cocinar, jugar tenis e ir a visitar a la amiga, son compatibles con la maternidad y la correcta educación de los hijos, también es compatible trabajar. Nunca debió de hacerse esa separación, pues el trabajo no es un derecho de la mujer, sino una responsabilidad natural para con el mundo entero.

El secreto está en hacerlo por amor y no por egoísmo, por compartir lo mucho que se ha recibido con el mundo y no por querer ocupar un lugar "exitoso" o que "el hombre la ha quitado".

La mujer –igual que el hombre- es una persona entera que tiene un modo propio de ser, de sentir, de hablar, de expresarse y de trabajar.

Existe un modo femenino y otro masculino que se complementan y que por ende, pueden (y deben) dejar su impronta en el mundo.

¿Quién podría en su sano juicio despreciar el inmenso valor de un hogar donde crecer contenido, asistido, querido? ¿Quién podría obviar en el crecimiento y la afirmación de los propios talentos la "escenografía" de una familia? Bien, en esos dos breves ejemplos, es imprescindible una mujer, una madre, una esposa.

La mujer debe poder darle al mundo su sensibilidad, su particular modo femenino de fortaleza, su visión naturalmente protectora. Pero al mismo tiempo, debe estimularse –paralelamente- la inclusión en el panorama personal de un proyecto de familia, de hogar, donde ella es indiscutiblemente imprescindible.

"¿Cómo es posible que enseñar a los niños de otros la regla de tres sea una carrera profesional importante y grande, mientras que enseñar a los propios hijos todo sobre el universo sea una carrera insignificante y diminuta?"    G.K. Chesterton (1910)

 
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