Circular por calles y avenidas es una actividad estresante para cualquier conductor responsable.
Se puede estar acostumbrado a la barbarie de vehículos conducidos por personas sin interés alguno en respetar al prójimo, pero ello no hace que se esté relajado.
Tener derecho de paso, enfrentar un semáforo en verde, ir por el carril correcto, entre otras cosas, no alcanza para viajar tranquilo.
Siempre puede pasar que otro vehículo nos rebase por la derecha, otro no anticipe sus maniobras, no ponga luces, frene intempestivamente, circule a la velocidad equivocada para el carril en el que va o nos apure tocando bocina o haciendo luces porque cualquier motivo.
Los que andan en dos ruedas
Es posible celebrar con bombos y platillos cuando vemos a motociclistas -en particular los repartidores o mensajeros-, y ciclistas de todo nivel frenar ante un semáforo en rojo. Puede ser que ni siquiera aminoren la marcha al cruzar una bocacalle, lo que implica un serio riesgo para ellos y un susto para quien se los encuentra de golpe y debe frenar o maniobrar.
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Existe entre los ciclistas (los muy equipados y en grupo o los solitarios sin indumentaria especial) un alto grado de susceptibilidad que los lleva fácilmente a agredir a los conductores de autos o peatones que osen cuestionarlos por sus violaciones a las reglas de tránsito o falta de cuidado y de respeto.
Suponen, parece, que tienen más derecho que cualquiera a circular y que son débiles víctimas del autoritarismo automotriz. Puede ser que haya conductores de autos a los que les molesten los ciclistas, aún sin tener motivos, lo que claramente está mal.
Existe la suposición de que el peatón es el más débil, seguido del ciclista, luego las motos, más allá los autos y camionetas, y finalmente colectivos y camiones. En algún sentido es cierto, pero no exime tal relación de fuerzas de choque y capacidad de respuesta, de la responsabilidad y respeto que TODOS deben ejercer.
Un peatón atropellado por una bicicleta o una moto puede tener heridas serias y hasta morir, pero debe mirar al cruzar la calle, para hacerlo luego por el lugar y en el momento que corresponde.
Un ciclista puede morir o ser herido gravemente si lo embiste un auto o una camioneta, pero debe circular por el carril que corresponde, no zigzaguear entre vehículos, llevar la protección y las medidas de seguridad que impone la Ley Nacional de Tránsito (Nº 24.449), entre ellas:
- Frenos, luces (blanca hacia adelante y roja hacia atrás) y señalización reflectiva en pedales y ruedas
- Casco protector, ropa ajustada y calzado que se afirme a los pedales.
- Carga asegurada y que no comprometa la estabilidad. Lo mismo si se lleva a un niño.
- No conducir en autopistas, semiautopistas o por la banquina.
- Ceder el paso a los peatones en esquinas y cruces peatonales.
- Ceder el paso a quien circule por la derecha.
Un motociclista puede ser atropellado por un auto o camión y morir o sufrir lesiones que lo dejen discapacitado, pero no corresponde circular superando la máxima, rebasar por la derecha, tener luces apagadas o hacer maniobras sin anticiparlas.
Todo vehículo debe ajustarse a las reglas de tránsito y contemplar las limitaciones y fragilidad de peatones y ciclistas.
Es obvio que NADIE se transforma en otra persona al conducir un vehículo cualquiera. Si se es respetuoso en la vida en general, se lo seguirá siendo en una bicicleta, una moto, un auto o un camión.
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La mayoría de la gente que conduce conoce las reglas de tránsito y sabe el significado de los carteles, aunque algunos fallan en las prioridades al cruzar puentes, vías ferroviarias o ingresar en rotondas. Los incidentes de tránsito casi nunca son por fallas mecánicas o desconocimiento de las reglas, sino por fallas humanas, principalmente por no respetar al prójimo mediante las normas de tránsito.
¿Queremos mejorar el tránsito y la seguridad en las calles en el futuro? Cultivemos virtudes en los niños. Una persona respetuosa, educada, consciente, será un buen conductor.
¿Nos interesa evitar incidentes de tránsito? No pongamos la atención en otra cosa más que en lo que hacemos al conducir, no hablemos por celular y recordemos que cientos de argentinos mueren y muchos quedan discapacitados por hechos que, en múltiples ocasiones, son EVITABLES.
Durante 2023, se registraron 4.369 víctimas fatales por siniestros viales en la Argentina. Esos números reflejan un promedio de 12 muertos diarios.