Una lectora nos envió su reflexión luego de seguir por YouTube la sesión del Concejo Deliberante de San Isidro de este jueves 16 de Mayo. Las negritas son un aporte de la Redacción.
"Acabo de ver la transmisión de la sesión realizada en el Concejo Deliberante de San Isidro este jueves 16 de mayo. A excepción de dos de sus miembros (Débora Ruiz Zeballos y María Feldtmann) que no alzaron su mano según se ve en el video, el resto de los concejales de San Isidro decidió que la fachada del edificio del Concejo Deliberante aparezca iluminada cada 17 de Mayo -Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia- con los colores que identifican al lobby LGBT+.
Esta acción, enmascarada como respetuosa e integradora, es una claudicación ante la constante avanzada de homosexuales, lesbianas y sus variantes que, bajo la excusa de ser discriminados, gana cada vez más protecciones y privilegios.
El movimiento LGBT+ tiene integrantes que participan de todo el arco de la sociedad, en política, en medios de comunicación, en el ambiente artístico, en organismos públicos, donde se expresan a sus anchas, desde donde suelen reaccionar orgánicamente cuando alguien se atreve a esbozar alguna objeción o crítica hacia ellos. La victimización es un recurso que saben utilizar muy bien.
Lo que hizo el Concejo Deliberante de San Isidro se ajusta claramente al mecanismo de la Ventana de Overton. Con el odio a la naturaleza -que tiene la osadía de sólo fabricar hombres y mujeres-, y con una sociedad neutralizada de reacción y adoctrinada en que hay que la aceptar del estilo de vida homosexual "como una opción más", se termina habilitando al poder político a legislar o imponer reglamentaciones inimaginables hace unos años atrás.
Aunque ningún comportamiento individual es totalmente privado (nadie deja su escala de valores, sean buenos o malos, en su casa cuando sale a la calle), si el estilo de vida homosexual se expresa sólo en el ámbito privado, se reducen las posibilidades de naturalización de tales prácticas.
A los niños en especial y al resto de la ciudadanía se los ha ido adoctrinando con ese fin desde propuestas "culturales", cinematográficas, educativas y, particularmente, desde políticas públicas. Con pequeños o grandes pasos, se va instalando que la naturaleza se puede equivocar. Y mucho.
Los programas de hormonización -que sostienen los contribuyentes con sus impuestos-, la imposición de la contratación de personas "trans", las cirugías gratuitas para simular que un hombre es una mujer (y viceversa) son un ejemplo concreto de ello.
El LGBT+ es un lobby por su sostenida labor de presión sobre el Estado y sus decisiones, que organizaciones locales e internacionales promueven y financian. Valga mencionar que los "logros" de esta gente siempre necesitan de políticos que simpaticen con sus "principios" o que en su afán proselitista busquen cualquier camino para obtener más votos y apoyos incondicionales.
Toda persona merece respeto y no debe ser agredida o discriminada injustamente, pero ver el legislativo de San Isidro embanderado con los colores LGBT+ será un gesto impropio. Es un edificio público que sólo merece rendir honores a la bandera argentina y no a ideologías minoritarias y contrarias a la naturaleza."
Agradecemos a la lectora María Inés Aguirre, el envío de esta reflexión.
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